Rébsamen, tragedia imborrable
El día del regreso a clases y a casi un año del sismo del 19S, las autoridades capitalinas empezaron con la remoción de escombros del Colegio Rébsamen, hecho que reabre las heridas, las acusaciones por negligencia y los recuerdos de alumnos que se formaron en esa institución
Erick Miranda[kaltura-widget uiconfid=”38728022″ entryid=”0_yuh8gkod” responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /] A menos de un mes de conmemorarse el primer aniversario del sismo del pasado 19 de septiembre y justo el día del regreso a clases, las ruinas del Colegio Enrique Rébsamen comenzaron a ser removidas, junto con los recuerdos del lugar.
En la calle Rancho Tamboreo, en la Delegación Tlalpan, los gritos de los niños a la hora del recreo y de las clases de educación física dejaron de escucharse hace 11 meses, cuando parte de la estructura se derrumbó por el temblor que ese día cimbró la ciudad y acabó con la vida de 26 personas: 19 menores de edad y 7 adultos.
Los únicos sonidos que persistirán en el sitio durante los dos meses que durará la remoción de escombros son los de cristales rompiéndose y un raspar metálico, acompañado de las órdenes emitidas a casi 50 personas enfundadas en trajes de protección.
Paredes que por años fueron testigos del desarrollo de múltiples generaciones de estudiantes de nivel primaria y secundaria ahora yacen en el suelo, mientras otras que penden de las varillas sueltas de la construcción siniestrada también serán retiradas en los días siguientes.
En la calle aún se pueden apreciar vigas de madera y puntales de acero que soportan el peso de una estructura semicolapsada de cuatro niveles.
Por el señalamiento de multihomicidio doloso, Juan Apolinar Torales, Director Responsable de Obras (DRO) del Colegio Rébsamen, fue vinculado a proceso durante el pasado 27 de julio; en tanto, autoridades capitalinas continúan rastreando el paradero de Mónica García Villegas, dueña de la escuela y quien también es acusada por la corresponsabilidad de lo que ocurrió en el lugar durante el pasado 19 de septiembre.
Con un tapial de aproximadamente 50 metros de largo, la parte más afectada de la construcción ahora luce a medias, aunque todavía destacan por encima los niveles que se ubicaban en la parte superior del edificio. Aún con las insignias de colapso y daño estructural, realizadas por los primeros peritos que exploraron el terreno, los trabajadores dejan sus herramientas sólo para atender otra orden o tomar unos minutos de descanso.
Aunque las obras en el sitio ponen fin a una ‘historia negra” de la Ciudad de México, el golpetear de picos y palas confirma a los habitantes de la colonia Nueva Oriental Coapa que los trabajos de demolición han iniciado, además de que hace 11 meses y dos días, su vida era una “más normal”.
“No me gusta, porque es olvidar”
En este regreso a clases, Silvana Casarrubias Rojas acudió a su exescuela, el Colegio Rébsamen, donde cursó la primaria, los primeros dos años de secundaria y unos cuantos días de lo que hubiese sido su tercer grado, el cual se vio interrumpido por la tragedia del sismo del pasado 19 de septiembre.
“No me gusta. Sé que en algún momento la tienen que tirar, pero como le dije a mi mamá, y aunque todavía no pasa un año, sé que la tiene que arreglar, al igual que muchos papeles con los fiscales y todo eso…
Aunque las obras en el lugar no le remiten directamente a los hechos de aquel 19S de donde logró salir ilesa, la joven asegura que las inmediaciones le recuerdan los días posteriores al sismo, ya que ella apoyó en los labores de rescate y brigadeo mientras buscaban entre los escombros a un par amigos suyos que terminaron sepultados.
Cristina Rojas, madre de la menor, dice que estos 11 meses han sido difíciles debido a que su hija no hablaba del tema y que nunca antes había expresado nunca un sentimiento por tales hechos, hasta hace unos día que le sugirió que quería ir a los escombros de su escuela y con el propósito de “aceptar lo que pasó”.
“El regresar aquí me causa un poco de incongruencia, porque yo estoy infinitamente agradecida de tener a mi hija aquí, pero me duelen mis amigas y los que no están hoy, porque no nos conocíamos de un año, si no desde que todos (nuestros hijos) iba a la primaria . Eran amiguitos, primitos y todos eran como una gran familia, entonces, sí es algo muy triste y me duele mucho”, añade con una voz entre cortada.
Por su parte, Francisco Fontana, quien es residente del edificio que comenzaba a resultar dañado por la estructura semicolapsada, celebra las obras en el sitio debido a que con las intervenciones se mitigarán los riesgos tanto para él como para su familia, además de lo que implica para todos los habitantes de la zona.
Él y todos sus vecinos acordaron las obras con los representante de las dependencias implicadas, pero hubo vecinos que se inconformaron por la afectaciones en la calle.
“Con los vecinos que vivimos ahí no hubo problema, mientras que con algunos otros vecinos sí, porque no están afectados directamente. Por ejemplo, ellos no tiene la vista hacia el parque de la escuela y no recuerdan quizá lo terrible que fue, porque para nosotros es un trauma asomarnos a la ventana y ver aquel desastre”.
Tardará 2 meses remoción
Los trabajos de remoción de escombros en el Colegio Rébsamen se llevan acabo con el fin de salvaguardar la integridad física y patrimonial tanto de vecinos contiguos, así como de las personas que transitan por la zona, detalló en entrevista Alicia Rosas Rubí, titular de la Fiscalía Desconcentrada de Investigación en Tlalpan
“Ahorita se están iniciando los trabajos. Una vez que se concluya con la primera parte (los ingenieros de Obras) nos podrán dar un aproximado de tiempo, dependiendo de lo que encuentren y porque van a mover lozas de toneladas y aún no es posible decir cuánto se van a tardar, sin embargo, no creo que sea más allá de dos meses”, dijo.
Hasta el momento, el inmueble continuará estando a resguardo por elementos de la Policía de Investigación (PDI), además de que peritos de la PGJ se mantendrán fotografiando y videograbando las diligencias, con el fin de documentar y resguardar cualquier evidencia que pueda surgir del movimiento de estos escombros, expresó.