Han pasado ocho años desde el inicio de la Gran Recesión, pero sus secuelas siguen desenmascarando debilidades estructurales tanto en el terreno político como en el económico. El caso más prominente es el de la Unión Europea (UE).
Una de las principales consecuencias del desajuste económico del 2008, fue el renacimiento de sentimientos nacionalistas. Naturalmente esto se vuelve un problema mayor en una unión económica compuesta por 28 miembros.
La historia hasta el día de hoy es bien sabida. Sin embargo, ésta podría tener un giro importante.
José Luis Tamez