En cualquier ciudad de México te encuentras con un tianguis que ocupa una calle o banqueta y en donde se puede comprar casi cualquier cosa.
Es difícil conocer a una persona que nunca haya comprado en alguna de estas tienditas. Y es fácil conocer a alguna que cuente con su propio changarro para mantener a su familia.
La abundancia de estos negocios son un síntoma de una de las más grandes enfermedades económicas que padece el país desde hace décadas: la informalidad.
Rodrigo Carbajal