¿Qué tendrá que pasar por la cabeza, aparentemente sana, de un atleta profesional como Juan Arango, jugador de Xolos, para que en plena euforia de impotencia, coraje, frustración y rabia por la lección de futbol que Rayados le pone a Tijuana, su instinto no controlado te lleve a agredir a un rival, en este caso Jesús Zavala, no a golpes o empujones, vamos ni siquiera a patadas, sino a la opción salvaje de una mordida al más puro estilo de las bestias?
No es la mordida
Alfredo Domínguez Muro