Quienes tuvieron la oportunidad de escuchar la entrevista que Gustavo Madero le dio ayer a Carmen Aristegui, seguramente llegaron a la conclusión de que Madero necesita ayuda urgentemente.
Al presidente del PAN se le oía tan angustiado y desesperado que por momentos dio la impresión que ya no tenía control sobre lo que decía.
Mientras que Aristegui siempre conservó la calma, Madero se despachó con un rosario de expresiones impropias para cualquier presidente de un partido político, como “esto está de la chingada”.
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