Trajineras, un nuevo horizonte

Los recorridos en embarcaciones por Xochimilco son imprescindibles para los turistas de la Ciudad de México; sin embargo, a 700 kilómetros de distancia, en el Río Valles, San Luis Potosí, se encuentra un paraíso natural que replica esos viajes, pero con un mayor compromiso con el cuidado del medio ambiente
Eduardo Serralde Eduardo Serralde Publicado el
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Hace 10 años, el biólogo potosino Eleuterio Martínez Olguín visitó la Ciudad de México acompañado de su hijo mayor. Al mismo tiempo, y motivado por la película María Candelaria, de Emilio Fernández, decidió ir a Xochimilco y experimentar el imprescindible recorrido en trajinera por los canales de esa demarcación.

Lo primero que llamó su atención fue que una familia completa podía abordar una embarcación de ese tipo, desde los abuelos hasta los nietos, todos juntos en una sola trajinera. Sin embargo, al recorrer los canales, se dio cuenta de la evidente contaminación del agua, del deterioro de la flora y la fauna, y de cómo un paisaje que en el pasado la UNESCO consideró Patrimonio de la Humanidad, ya no era lo que “El Indio Fernández” había retratado en su película.

Lo que comenzó como un viaje familiar se convirtió en una idea que no dejó de dar vueltas en su cabeza. Por un lado, al pensar en el Río Valles, en su natal Ciudad Valles, Eleuterio consideraba que se trataba de “un pedacito perdido y contaminado”; y por el otro, al acordarse de las trajineras de Xochimilco, concluyó que ese tipo de embarcaciones se necesitaban allá. Así nació Trajineras Alubel, en 2017.

Alubel proviene del téenek (lengua originaria de la Huasteca) y significa “bonita”. Dicha región, conformada por San Luis Potosí, Tamaulipas, Veracruz e Hidalgo, hace honor a esta palabra con los cientos de paisajes naturales que, al mismo tiempo, han promovido el turismo de estos estados por años. Pero en el caso de Ciudad Valles (perteneciente a la Huasteca Potosina), el turismo se ha concentrado más bien en municipios colindantes, como El Naranjo, Río Verde, Xilitla y Tamuín. Por ello, la idea de Eleuterio, de llevar trajineras al río, pronto se convirtió en un aliciente.

Un proyecto amigable con el medio ambiente

Por varios años, el Río Valles estuvo contaminado por aguas residuales provenientes de ingenios de azúcar ubicados a lo largo de esta y de otras cuencas. Sin embargo, para fortuna de todos, algunas de las empresas que más dañaban al río desaparecieron, y otras implementaron estrategias de limpieza y conservación, mismas en las cuales Eleuterio se vio involucrado al arrancar su proyecto.

Las trajineras de Ciudad Valles no son convencionales. En palabras del propietario, “obedecen al orden de evolucionar las tradiciones y causar un impacto ambiental menor”. Por ello, el ritmo y estilo de viajar en ellas por el Río Valles ha ido construyendo una identidad propia. En primer lugar, pese a que han sido construidas por habitantes de Xochimilco invitados por Eleuterio, prescinden de un remero y una pértiga de palo para desplazarse, y en su lugar llevan un sistema conformado por un motor eléctrico y paneles solares.

“Con esto, al no usar motores de combustión interna, no corremos el riesgo de que haya un derrame de combustible en el río, y además no contaminamos auditivamente, estos motores son muy silenciosos, y así la fauna no se asusta”, cuenta el biólogo a Reporte Índigo

Otra marcada diferencia con respecto a las trajineras de Xochimilco, es que los nombres que llevan en su decoración hacen referencia a personajes de la cultura potosina. Está Xantolo, que se refiere al Día de Muertos; El Detalle, que hace referencia al rancho de “Cantinflas” en la Huasteca Potosina; o El Querreque, que remite al popular huapango huasteco.

“Cada trajinera la manejamos con dos personas, una que va conduciendo, y alguien más que va contando las historias”, narra Eleuterio, a bordo de El Detalle. A pesar de que el Río Valles tiene una extensión aproximada de 30 kilómetros, el recorrido es de apenas 2 kilómetros, en una hora, que es suficiente para conocer una inmensa cantidad de árboles, plantas y animales tanto terrestres como acuáticos, al mismo tiempo que el paseante escucha huapango, la voz de un guía contando historias o simplemente el sonido de la naturaleza.

Los retos

Construir una trajinera en Alubel tiene un costo aproximado de 130 mil pesos, según el propietario. Esto es más del doble que lo que cuesta una en Xochimilco, razón por la que el factor económico ha sido un gran reto para Eleuterio y su proyecto.

“También tienes que pensar en que necesitas un mínimo de embarcaciones, entonces se torna en una inversión más o menos considerable”, agrega el biólogo y enfatiza que, una vez que determinó cuántas trajineras necesitaba para emprender, lo siguiente que tuvo que analizar fueron los permisos de la municipalidad de Ciudad Valles para tener un muelle en un área considerada federal.

“No tenía la certeza de que el permiso que me dieran me lo pudieran prolongar una vez que entrara una nueva administración municipal, entonces eso me daba incertidumbre en la inversión”, comenta.

Asimismo, los estudios de impacto ambiental que tuvo que realizar y la adquisición de una propiedad cerca del río, significaron un reto logístico; no obstante, Eleuterio afirma que la gente de Ciudad Valles y los promotores de turismo de la Huasteca Potosina le han brinda su apoyo.

¿Competencia para Xochimilco?

Martínez Olguín está consciente de un celo que se ha generado a través de redes sociales desde Xochimilco en contra de su proyecto turístico; sin embargo, al biólogo no le preocupa pues “no significamos una competencia para ellos. Esto, más bien, viene a sumar en vez de restar”.

También dice que la identidad de Alubel es distinta. “Allá (en Xochimilco) se ha encausado el atractivo del lugar por otro tipo de diversiones. Ahora, está más enfocada en la trajinera en sí, en la comida, el mariachi y aquí tenemos la fortuna de contar todavía con un paisaje hermoso”.

Además, en cuestión de números, afirma Eleuterio que están muy lejos de tener la afluencia de turistas que tiene Xochimilco.

“Allá, como mínimo deben pasear mil personas en un día; acá, en una temporada alta muy difícilmente hacemos 3 mil personas”, indica el potosino.

“Nosotros hemos querido que esto quede completamente familiar. Le damos mucho énfasis a la observación de la naturaleza, a contar un poco de la historia de nosotros”
Eleuterio Martínez OlguínBiólogo
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