Boxeando en la prisión: una caricia de libertad

Cuando estas mujeres suben al ring tocan la libertad por un par de minutos; ya no son reas, sino boxeadoras que intentan llevar una nueva vida
Manuel Cuellar y Cesar Carrera Manuel Cuellar y Cesar Carrera Publicado el
Comparte esta nota

[kaltura-widget uiconfid=”39952882″ entryid=”0_jprp306k” responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”56.25%” /]

Para las internas del Centro Federal de Readaptación Social Femenil 16, en Morelos, el boxeo ha dejado de ser un simple deporte para ellas y lo ven como una forma ruda pero sutil de noquear el encierro, para lo cual no importan las restricciones y medidas extremas de seguridad con tal de subir esos nueve minutos al ring que les permiten acariciar una libertad añorada.

Llegar hasta la improvisada ‘arena’ de boxeo es un proceso de alta complejidad tanto para las peleadoras como para quienes visitan bajo invitación el penal. Cámaras, escáneres, revisiones, prohibiciones, regaños, malos tratos, custodios con disciplina militar son solo algunos de los filtros para que el ingreso sea permitido.

El color beige que domina dentro del reclusorio le da ese toque silencioso y tétrico de reclusión, de falta de vida para muchas personas que un error, o un modo de vida, les llevó a caer en ese lugar; sin embargo, al fondo de un amplio salón, el rojo y azul llaman a la acción boxística de las esquinas de las peleadoras, quienes con un jab o un gancho sobre sus rivales, que a la vez son sus compañeras de celda, sacan un poco de su frustración de haber perdido la libertad.

“Subir a ese ring es sentir una emoción enorme, me sentí que no estaba en este lugar, que no estaba en prisión, que este evento se llevaba allá fuera, me sentí emocionada, no sentí la presión, fue muy emotivo para mí, me sentí libre, eso lo que nos hace (el boxeo) a las mujeres de este lugar, y a mí en lo personal, me hizo sentir libre”, reconoce emocionada Elizabeth, una de las internas del CEFERESO.

Al igual que Elizabeth, Karen ‘La Estrella’ de San Luis Potosí y María (a quien llaman ‘Alejandro’), participantes del Segundo Torneo de Boxeo Amateur Femenil, disfrutaron de una fama efímera en la que dejaron su número de interna para tener un nombre y un rostro, que por ley y protección de Derechos Humanos no se permiten difundir.

El hermetismo y disciplina son las características de un lugar así, pese a sus minutos de fama, los medios no tuvimos la oportunidad de hablar con las boxeadoras, más allá de no poder ingresar monedas, pulseras, corbatas, dobles prendas, ciertos colores de ropa, la indicación fue clara y tajante: no se acerquen y no conversen con ninguna rea.

Por lo menos, las internas tuvieron la oportunidad de que la madrina de este torneo, Irma ‘Torbellino’ García, una figura del boxeo femenil, les dirigiera unas palabras en las que destacó el orgullo que deben tener porque luchar contra sus errores que les privaron de la libertad en la verdadera victoria.

“Estoy convencida de que el deporte puede transformar la vida, a mí me la transformó el boxeo, se los aseguró y se los garantizo, por eso hablo con conocimiento de causa porque mi vida fue diferente, y es por eso que la verdad, yo las invito a que continúen cambiando su vida. Chicas la verdad yo las admiro y las respeto muchísimo, porque ustedes son unas guerreras y unas campeonas”.

Una vez terminada la función todo vuelve a la normalidad, los invitados son sacados bajo vigilancia de ‘ojo de halcón’, con severidad y los mismos filtros y revisiones para no llevar material en video que no esté aprobado, si encuentran alguna imagen que no les guste o consideren riesgosa, los custodios solicitan el borrado de éstas.

Al alcanzar las puertas del CEFERESO se valora de nuevo, y por mucho, la posibilidad de caminar, de respirar un aire de libertad que adentro las reclusas no tienen y que una vez apagadas las luces del cuadrilátero vuelven a la otra batalla, de más rounds, de todos los días buscar cómo noquear el encierro.

Síguenos en Google News para estar al día
Salir de la versión móvil