Rusia y la FIFA estarán bajo el escrutinio de la comunidad internacional durante la nueva edición de la Copa Confederaciones, el torneo que pondrá a prueba al organismo rector del fútbol sobre la presunta lucha que encabeza contra la homofobia y la discriminación.
La FIFA ha sido acusada de “hipocresía” por diversas organizaciones defensoras de los derechos de la comunidad LGBTQ, pues con una mano sanciona a países, en su mayoría latinoamericanos, por expresiones homofóbicas en los estadios y con la otra establece relaciones con países homófobos.
Rusia, la lujosa sede de la Copa Confederaciones y próximo anfitrión del Mundial de 2018, tiene un pasado y presente predominantemente homofóbico, tan sólo en 2013, el gobierno de Vladimir Putin aprobó una ley contra la propaganda homosexual.
Dicha ley condena en Rusia cualquier clase de promoción o apología de la homosexualidad dirigida a menores de edad con costosas multas y penas de prisión, en caso de reincidencia, en pocas palabras, la norma impide abordar el tema como algo normal y cotidiano.
La Alianza Gay y Lésbica contra la difamación, o GLAAD (por sus siglas en inglés), ha presionado a la FIFA desde 2014 para que erradique la homofobia en los estadios de futbol del mundo y evite que los mundiales se conviertan en escenarios contra la homosexualidad.
“La discriminación es tan vieja como el mundo, y la idea de erradicarla completamente de la sociedad, y consecuentemente del fútbol, es, quizá, un poco utópica. La lucha contra la discriminación es un esfuerzo continuo que conlleva un cambio de mentalidad y que a menudo está presente en ideas y acciones tan simples como efectivas”, respondió la FIFA.
Incluso en 2015, la organización público la Guía de la FIFA de buenas prácticas en materia de diversidad y lucha contra la discriminación, en la cual da recomendaciones para evitar conductas y comentarios que promuevan la homofobia en cualquier campo de fútbol.
Sin embargo, la FIFA no sólo dio su mayor torneo a Rusia para 2018, sino que para 2022, Catar será la sede del Mundial, una nación con alta intolerancia a la comunidad LGBTQ y que incluso contempla penas de hasta 5 años de prisión para las personas homosexuales.
México es una de las naciones que más problemas ha tenido con la FIFA y su presunta lucha contra la homofobia, principalmente por el grito “eeehhh… puto” que cantan algunos mexicanos en los estadios, lo cual le ha costado a la Femexfut varios miles de pesos desde hace algunos años.
Ante esta situación, La FIFA advirtió durante la semana que los árbitros pueden parar los partidos, incluso darlos por terminados, si a los fanáticos se les ocurre gritar cánticos homofóbicos, racistas, o en general discriminatorios.
Sin embargo, que pasará si algún jugador o aficionado decide realizar alguna muestra en favor de la comunidad LGBTQ, lo cual contravendría la ley rusa contra la propaganda homosexual, ¿cómo reaccionará la FIFA y de qué manera lo harán las autoridades rusas?
La GLAAD ya le advertido a la FIFA que ninguna de las marcas que patrocinan los torneos de fútbol quieren estar relacionadas, de ninguna manera, con muestras de discriminación, y por supuesto, de odio contra la diversidad sexual.
Los patrocinadores de la FIFA, es decir, la gente que realmente aporta el dinero, Coca Cola, Adidas, McDonald’s y Hyundai, todos ellos han hecho campañas en favor de la comunidad LGBTQ o por lo menos han incluidos personajes homosexuales en algunos de sus anuncios.
Sea como sea, la FIFA tiene todas la miradas sobre de ella y la manera en que responda ante actitudes que involucren ofensas contra la diversidad sexual, el organismo tiene la gran oportunidad para demostrar que su presunta lucha contra la discriminación es realmente genuina.