En pleno siglo XXI, el “cáncer” del racismo aún permanece latente en el deporte.
Los últimos en padecerlo han sido el futbolista Sulley Muntari y el pelotero de Grandes Ligas, Adam Jones.
Jugadores de raza negra, sufrieron insultos en los respectivos partidos que enfrentaron sus franquicias el pasado fin de semana.
Primero el ghanés Muntari. El jugador ha hecho toda su carrera prácticamente en el calcio italiano y el pasado domingo, en la visita de su equipo Pescara al estadio Sant’Elia de Cagliari, fue víctima de insultos por parte de aficionados locales.
En un intento por calmarlos, Muntari se acercó a las gradas y, posteriormente, al árbitro Daniele Minelli para solicitarle parar el partido, pero el juez central lo amonestó y el ghanés se retiró como forma de protesta.
Inclusive, SKY Sports reportó que el futbolista de 32 años pretendió regalarle su camiseta del Pescara a un niño que lo insultó racistamente junto a su padre con el objetivo de “dar el ejemplo” de civilidad.
El racismo es el “pan de cada día” del balompié italiano, un “cáncer” al que no se le ha ganado la batalla tampoco en el resto de Europa.
En 2010, el camerunés Samuel Eto’o también fue víctima de consignas en el mismo escenario que Muntari, mientras que a principios de año, el jugador italiano de origen africano, Mario Balotelli, también denunció insultos racistas cuando jugando para el Niza de la Ligue 1, los padeció ante los hinchas del Bastia, quienes simulaban el grito de un mono.
“¿Es normal que los aficionados del Bastia reprodruzcan el sonido de un mono (“uh, uh”) durante todo el partido y nadie del comité disciplinario diga nada? ¿Es legal el racismo en Francia? ¿O sólo lo es en Bastia?”, escribió en Twitter “Super Mario”, pese a los intentos de la UEFA por erradicar el mal con su eslogan “Not To Racism”.
Pero estos atropellos a los derechos humanos no solamente han manchado la pelota de futbol, sino también el bate y la manopla de beisbol.
El pasado lunes, en el Fenway Park de Boston, el jardinero de los Orioles de Baltimore, Adam Jones, reveló intimidaciones racistas a la prensa, según reportó el USA Today, cuando alguien le lanzó desde las gradas una bolsa de cacahuates.
“Es patético y cobarde. Es desafortunado que la gente tenga que recurrir a esos epitetos para denigrar a otro ser humano”, manifestó el jugador de los Orioles en declaraciones reproducidas por la agencia Associated Press.
Tras el incidente, la dirigencia de los Medias Rojas se disculpó con el jugador y hasta el gobernador de Massachussetts, Charlie Baker, lamentó el hecho al señalar que “esto no es un reflejo de la verdadera identidad de Massachusetts y Boston”.
‘Mordida’ al racismo
Ante el atentado racista contra la dignidad en el deporte, hay otros que lo toman a manera de broma y luchan contra los insultos con un toque de humor.
Uno de esos es el futbolista brasileño Dani Alves, quien también fue víctima y a la vez se ganó el aplauso y apoyo del gremio.
En abril de 2014, en pleno partido de Liga con el FC Barcelona en el Estadio El Madrigal, un aficionado lanzó un plátano al lateral derecho amazónico momentos antes del cobro de un tiro de esquina.
Al percatarse de la fruta sobre el césped, que cayó a menos de un metro del banderín de córner, Alves tomó la banana, le quitó la cáscara y se la comió, prosiguiendo con el cobro del córner.
El incidente le dio la vuelta el mundo y el futbolista recibió miles de comentarios de solidaridad en redes sociales con el hashtag #SomosTodosMacacos.
“Once años sufriendo lo mismo en España, pero uno se lo toma así, con humor, con “guasa”, si tu no le das la importancia (racista), no tiene su objetivo. No vamos a cambiar esto, infelizmente, hay que reírse de todos estos retrasados”, declaró en su momento Alves a la prensa española.