Cuando Efrén Navarro se paró en la caja de bateo todo el escenario se veía adverso. Enfrente tenía a un rival de su mismo perfil, un lanzador zurdo, vestido con el uniforme de Estados Unidos y con la presión de estar en juego el pase a Juegos Olímpicos de Tokio en la décima entrada del encuentro.
Sin embargo, el nacido en California, pero de sangre michoacana, enfundado en el jersey tricolor, veía en su mente una capa que lo acompañaba en ese momento en el que se convertiría en el héroe de México en el torneo Premier 12, en Japón, en noviembre pasado.
Aunque el éxito de la clasificación mexicana a los Juegos Olímpicos, postergados para el próximo año por la emergencia sanitaria mundial, fue forjado en equipo, el batazo de home run de Efrén Navarro quedará para la historia del deporte nacional, por lo que significó, más allá de volver a vencer al país que se considera la máxima potencia beisbolera.
“Es un honor muy grande ser parte del equipo nacional. Primero teníamos eso en nuestras mentes, era una meta que nosotros como equipo nos pusimos, de pasar a las Olimpiadas, y hacerlo por primera vez es algo histórico para nosotros y para la afición.
Tenemos talento y somos fuertes también, tenemos muchos jugadores que sé que se están preparando para las Olimpiadas porque están a una llamada de ser parte de un equipo histórico
“Uno lo platica desde niño, ser ese héroe, nunca lo esperaba pero se llegan esos momentos y he fallado varias veces en mi carrera en esa situación, y también he logrado hacer mi trabajo en esos momentos, es una experiencia que aprendí y sí tenía la mentalidad de hacer mi parte en ese turno y sé que tenía a la afición y al equipo atrás de mí, y poder dar ese batazo importante nunca se me va a olvidar”, explica el bateador zurdo en una entrevista concedida a Probeis, la oficina del Gobierno de México que impulsa el desarrollo del beisbol.
En su momento, cuando el manager del equipo nacional, Juan Gabriel Castro, dio a conocer a los convocados para ese torneo clasificatorio que se jugó en Guadalajara y Japón, se generó demasiada controversia por el llamado a peloteros nacidos en Estados Unidos pero de origen mexicano.
De hecho, de regreso al país con el boleto en mano, Juan Gabriel Castro, entre lágrimas de indignación, expresó a Reporte Índigo lo injusto que eran los aficionados que criticaban a los jugadores de doble nacionalidad.
“Yo puse de ejemplo, yo por ir a buscar un sueño a Estados Unidos, por ir a jugar Grandes Ligas, mis hijos nacieron en EU también, ellos son americanos de nacimiento pero de sangre son mexicanos, y va a seguir pasando, lo veo injusto que si alguno de mis hijos quisieran venir a jugar a México y no me los aceptaran como mexicanos, a veces no se vale, muchas veces se hiere a los hijos por comentarios de esos”, señaló esa vez en el aeropuerto capitalino.
Es el caso de Efrén Navarro, quien nació en Lynwood, California, descendiente de una familia humilde de San Lorenzo, Michoacán, que emigró al otro lado de la frontera para buscar una mejor vida y que con mucho esfuerzo logró que su hijo Efrén llegara al más alto nivel competitivo del deporte.
Tener la oportunidad de ganar la medalla de oro es para mí algo muy grande, un orgullo para mi familia, mis padres, ellos nacieron en Michoacán, en un ranchito pequeño y ellos hicieron el esfuerzo para mí, yo nací en Estados Unidos pero yo soy mexicano y yo cargo ese orgullo humildemente en mi corazón, sé lo importante de ser mexicano
Navarro forma parte de una generación de mexicanos de doble nacionalidad que alcanzó las Grandes Ligas, junto a Adrián González, Jorge Cantú y Sergio Romo, y aunque su paso por el beisbol estadounidense ha sido de altibajos, ha tenido la posibilidad de lucir también en Ligas Menores, la Liga Mexicana del Pacífico y la de Japón.
“Si uno quiere uno puede, yo le diría a los niños que si se tiene el sueño se puede realizar, que la meta sea ser el número uno, y se comienza en este nivel y los que siguen, que le echen ganas porque el beisbol está creciendo mucho en México y va a crecer más”, dice.
