Era un secreto a voces, sobraban pruebas para confirmarlo, pero ahora bajo el mandato de su presidente Gianni Infantino, la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) aceptó la compra de votos para elegir a las sedes mundialistas.
En un documento de 22 páginas dirigido a la oficina del fiscal de Estados Unidos en Nueva York, el organismo rector del balompié mundial reconoció por primera vez, la existencia de sobornos a federativos con el fin de que votaran por determinada sede.
Después de meses de investigaciones emprendidas por la justicia norteamericana, que derivó en el arraigo y captura de un gran número de funcionarios de alto rango, Infantino no pudo negarlo más.
Lo cierto es que su confirmación del mayor caso de corrupción en esta Federación no llega solo. FIFA quiere reclamar las “decenas de millones de dólares” que percibió por sobornos y que fueron incautados por los fiscales federales de Estados Unidos.
Y es que la Federación se dice víctima de la actuación de individuos corruptos, a pesar de las críticas extendidas de que el cobro de sobornos formaba parte de la cultura del ente durante las presidencias de Joao Havelange y Joseph Blatter.
“Los acusados condenados abusaron de las posiciones de confianza que tenían en la FIFA y en otras organizaciones internacionales de futbol y provocaron serios daños a la FIFA”, dijo Gianni Infantino en un comunicado.
“El dinero que se embolsaron pertenecía al futbol mundial y tenía como objetivo el desarrollo y promoción del deporte. La FIFA, como el órgano rector del futbol mundial, quiere recuperar el dinero y está decidida a hacerlo sin importar lo que tarde”, agregó.
Entre los millones de dólares que el órgano rector del futbol pide, están 28.2 millones de dólares por años de salarios, incluyendo primas, vuelos y dietas a funcionarios a los que ahora califica de corruptos; y 10 millones de dólares por el robo de dinero que los funcionarios del ente pagaron en calidad de sobornos a otros que entonces formaban parte del comité que eligió a Sudáfrica como sede del Mundial de 2010.
Además, Infantino pidió una indemnización por daños a su reputación, pues reconoce que la FIFA ya es conocida por los sobornos y la corrupción de los acusados, y no por sus muchas buenas obras, dijeron los abogados del ente en la reclamación.