Golear la desigualdad
En poco tiempo, la Liga MX Femenil ha ganado presencia en el ámbito deportivo; sin embargo, aún persisten prácticas que deben ser erradicadas como la diferencia en el pago de sueldos, entre otras
Shelma Cerrillo JaraPese a los avances en algunos derechos, aún persiste un ambiente violento para las mujeres, lo mismo en las calles que en el transporte público, o en el trabajo, en la escuela, la casa o la política. El deporte tampoco se salva.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) dio a conocer, en noviembre de 2018, que seis de cada diez mujeres mexicanas han enfrentado un incidente de violencia alguna vez en su vida. De acuerdo a la ONU, existe la violencia física, psicológica, económica y sexual. Al menos los tres últimos tipos se han detectado de manera recurrente en el futbol practicado por mujeres.
El futbol femenil comenzó oficialmente en nuestro país en 1997 y hasta hace poco menos de dos años se lanzó la Liga MX Femenil, a pesar de que tiene 48 años que México quedó en tercer lugar en la Copa Mundial de Italia 1970 y subcampeón en México 1971, ante más de 90 mil aficionados en el Estadio Azteca, torneos considerados amateur por no tener el respaldo de la FIFA. ¿De qué habría servido comenzar un torneo oficial desde entonces? Quizá suene obvia la respuesta, pero no fue así en su momento, hoy podríamos estar hablando de trofeos mundiales en la mayor femenil, solo es voltear a ver a las estadounidenses, actuales y máximas campeonas del certamen con tres copas, quienes iniciaron su respectiva liga profesional en 2008.
Pero no solo se trata de un rezago temporal por género, sino de desigualdades laborales, como la brecha salarial. De acuerdo al Global Sports Salaries Survey 2017, el pago promedio a una jugadora profesional en México es de 3 mil 500 pesos mensuales, en la NWSL en Estados Unidos las futbolistas ganan en promedio 42 mil 800 pesos mensuales, en la D1 Feminine en Francia perciben en promedio unos 78 mil 800 pesos al mes, mientras que la media a un jugador de primera división de la Liga MX es de 637 mil 900 pesos mensuales, a pesar de que en la fracción VII del artículo 123 constitucional dice que: “para trabajo igual, debe corresponder salario igual, sin tener en cuenta sexo ni nacionalidad”.
De los primeros casos alarmantes fue el de la jalisciense Alicia Cervantes, ex goleadora de Atlas, quien al término del primer torneo con el equipo rojinegro decidió dejar el club. Argumentó que no le autorizaron un aumento de sueldo siendo que recibía mil 500 pesos mensuales. La directiva de Jalisco se justificó con el tope salarial.
De acuerdo a tres entrevistas anónimas, actualmente los salarios entre jugadoras siguen siendo dispares, con diferencias de entre 10 y 20 mil pesos mensuales; hay clubes que pagan 2 mil 800 pesos al mes, otros 3 mil 300 y otros alrededor de 10 mil pesos. Otra diferencia entre clubes es que solo algunos ofrecen Casa Club a las jugadoras de otros estados, es decir casa y comida, en algunos clubes la desventaja para las jugadoras es que si gozan de éstos últimos “privilegios” reciben un salario menor al de sus compañeras. Adicional hay algunos equipos, como Pachuca, que ofrecen estudios a sus futbolistas.
Al cuestionar a las jugadoras sobre si hay alguna cláusula, de palabra o escrita, sobre embarazo o sus preferencias sexuales, una de ellas comenta que sobre lo primero sí había algo en su contrato, pero que no recuerda exactamente lo que señalaba y prefirió no comprometerse, mientras que las otras dos niegan que exista algo así pero que cuando una de sus compañeras se embarazó la dieron de baja, afirmaron que por esa excepción, el club podía dar de alta a otra persona. En contraste, la futbolista Sydney Leroux del Orlando Pride, perteneciente a la liga profesional de EU, presumió en sus redes sociales un par de fotografías donde se le observa entrenando con 5.5 meses de embarazo.
Un tema que tienen que cuidar las jugadoras, además del anonimato, son sus uniformes. Las entrevistadas coincidieron en el número de prendas que les da el club para todo el torneo, uno de local y uno de visitante, además de los otorgados para entrenamientos que van de tres a cinco por persona.
Ataques psicológicos
Las ofensas que han recibido las jugadoras desde las tribunas son pocas comparadas con las redes sociales, pues quien acude a ver un partido es porque las apoya, aun así, las rivales no se han salvado de ser discriminadas. Tanto en redes como en las transmisiones de los partidos me ha tocado leer comentarios como: “ni saben jugar, mejor que se vayan a cocinar”, “que se vayan a lavar”, “parece hombre”, “machorras”, “mucha ropa”, entre otras frases que reflejan el machismo de una parte de la sociedad mexicana y la incapacidad de aceptar que el deporte no tiene género.
Recientemente la argentina Macarena Sánchez denunció un despido injustificado de UAI Urquiza, hecho que se dio después de exigir públicamente la profesionalización del futbol en Argentina, pues es visto como amateu.
¿Hay avances?
Bien o mal la Liga Mexicana ya inició y no es nada despreciable, al contrario, en tan poco tiempo se ha demostrado que el futbol practicado por mujeres es de interés de la población mexicana, dicho que se comprueba con el récord que se rompió a nivel mundial en asistencia al partido de Ida en la final del Clausura 2018 entre Tigres y Monterrey, marca que se supera nuevamente por las mexicanas en la Vuelta en el Estadio BBVA Bancomer, con 52 mil 211 asistentes.
Otro reconocimiento es en Twitter. En noviembre de 2018 la cuenta de estadísticas @ Deportes&Finanzas publicó el top 10 de las cuentas de futbol femenil con más interacciones, en el que figuran Tigres, América y Chivas en tercero, sexto y séptimo lugar, respectivamente. Cabe resaltar el esfuerzo de cada club de la Liga MX Femenil, que se han esforzado por tener cuentas de Facebook, Twitter e Instagram exclusivas de su equipo femenino, a excepción de Pumas.
También hay clubes que han buscado resaltar la importancia de la conformación de su equipo con una playera distinta para su división femenil como Pachuca, Chivas, León, Morelia, Cruz Azul y Monterrey, éstos dos últimos también cambiaron su escudo por un diseño único. Al mismo tiempo, Pachuca inauguró el Pabellón Malena Patiño, un espacio exclusivo para la formación de las Tuzas, mientras que Chivas desarrolló una app exclusiva para sus seguidores; y recientemente Tigres presumió ser el primer equipo femenil del continente en ofrecer un abono.
En el torneo anterior se integraron Puebla y Lobos BUAP para 18 equipos y en el Clausura 2019 se han trasmitido el 88.7% de los partidos por televisión de paga o por redes sociales de los clubes, lo que ha propiciado el crecimiento de patrocinadores totales, que pasó de 54 a 95.
Lo que falta…
Desde que se conformó la liga femenil en México no han sido constantes los juegos en los estadios, Pumas es la única escuadra que nunca ha disputado un encuentro en el recinto de primera división, Atlas solo lo ha hecho en tres ocasiones, y aunque la casa del primer equipo varonil de club América y de Cruz Azul es el Estadio Azteca, sus similares femeniles juegan actualmente en las instalaciones de Coapa y el Estadio 10 de diciembre, respectivamente, aunque las americanistas sí llegaron a disputar sus primeros dos torneos en el Coloso de Santa Úrsula, lo mismo que las celestes en el Estadio Azul. La única manera de obligar a cualquier equipo a jugar en un estadio es clasificar a la final, única etapa en la que el reglamento lo exige.
Hace falta cambiar reglas. Que las mexicoamericanas no puedan militar en nuestra liga y que solo se permita alinear a máximo dos jugadoras mayores de 24 años en cancha, y reservar dos en banca, ha impedido que el nivel de la liga incremente, pues se desperdicia la experiencia internacional y la calidad de las jugadoras.
Si bien ha faltado el 11.3% de las transmisiones de los partidos, solo han sido por televisión de paga y por internet, ¿cuándo veremos un partido por televisión abierta?
Apostarle más al futbol femenil no solo depende de la liga, ni de los clubes, ni de los patrocinadores que confíen en el talento de las jugadoras, ni de la afición. Depende de todos. ¿Cuántas veces nos quejamos de que no hay apoyo a las mujeres para este u otros deportes? ¿Quiénes se han dado la oportunidad de seguir a su equipo o deporte favorito en la rama femenil, de ver la retransmisión de un partido, de irlas a ver defender sus colores y de conversar sobre ello en redes sociales?
Ya sabemos que necesitamos que la violencia desaparezca de todos los ámbitos en donde se dé, que se respeten los derechos de hombres y mujeres por igual, que se reconozca el trabajo de quien lo merezca, sin importar el género, pero saberlo ya no es suficiente.