Julio César Chávez, el Gran Campeón, de fiesta

Julio César Chávez González celebra hoy 60 años de vida, marcados por éxitos, caídas y una recuperación digna de un guerrero. Su trayectoria sobre el ring lo convirtió en un ídolo a nivel mundial
Carlos Zulbarán Carlos Zulbarán Publicado el
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Referirse a Julio César Chávez González es mencionar a uno de los grandes ídolos del boxeo, no solo en México, sino a nivel mundial. Sin importar los años que hayan pasado y a pesar de que algunas generaciones no lo vieron en activo, el legado del “Gran Campeón Mexicano” ha trascendido épocas, hasta ser considerado uno de los mejores púgiles en la historia.

Un día como hoy, pero de 1962, la historia comenzó a escribirse con el nacimiento de JC Chávez, quien fue parte de una familia humilde, en Ciudad Obregón, Sonora. Desde muy pequeño se mudaron a Culiacán, Sinaloa, donde su espíritu combativo lo impulsó a salir adelante.

Tras un paso breve como amateur, arrancó una de las aventuras más trascendentales en la historia del “noble arte”. Chávez González tuvo su primera pelea como profesional el 5 de febrero de 1980 contra Andrés Félix, en Culiacán, saliendo con la victoria con un nocaut efectivo en el sexto episodio.

Desde entonces, hasta el 13 de junio de 1984 (cuando derrotó a Delfino Mendoza), Julio César Chávez registró 43 victorias, tanto en México, como en sus primeras peleas en Estados Unidos y en Puerto Rico, lo cual le valió para obtener su primera oportunidad titular.

Un camino lleno de gloria

El Consejo Mundial de Boxeo (CMB) fue el organismo que le dio la oportunidad a Chávez González de ir por un campeonato del mundo y fue por el vacante Superpluma ante Mario “Azabache” Martínez, el 13 de septiembre de 1984, a quien derrotó por nocaut técnico en el round ocho.

Poco menos de un año después, llegó una de sus grandes pruebas al medirse con Roger Mayweather. A pesar de que se esperaba una pelea complicada, “JC” acabó el pleito en tan solo dos rounds por nocaut técnico, con lo que defendió el título de las 130 libras.

Otro de los enfrentamientos más memorables para Julio César Chávez fue el duelo frente a Edwin Rosario, pues además del tema deportivo, para esta pelea el mexicano utilizó por primera vez su mítica banda roja en la cabeza, con el propósito de combatir la brujería, pues trascendió que el puertorriqueño metió una foto del tricolor en un balde con hielo.

La preparación del ídolo mexicano y el remedio surtieron efecto, pues detuvo a su rival en el round 11 al imponerse por nocaut técnico y ganar el título mundial Ligero de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), la segunda división en la que Chávez González reinaba. Sin embargo, el mismo expugilista admitió que después de esta pelea fue que comenzó a consumir alcohol.

Posteriormente, ante José Luis Ramírez conquistó el fajín Superligero del CMB y en 1990 protagonizó la pelea que paralizó a México y enamoró a todos los seguidores del boxeo. Tras no encontrar la fórmula durante 11 asaltos previos, Chávez salió a darlo todo en el último round y acabó con Meldrick Taylor, por lo que el réferi paró la pelea y obtuvo el cetro de la Federación Internacional de Boxeo (FIB).

Aquella velada celebrada en el Hotel Hilton de Las Vegas, es recordada como uno de los pasajes históricos del deporte de los puños, pues “JC” demostró lo que es un guerrero mexicano.

Ya en la cúspide de su carrera, tuvo otros capítulos memorables ante Héctor “Macho” Camacho, a quien derrotó por decisión unánime y luego fue apoyado por más de 132 mil personas en el Estadio Azteca en su vitoria frente a Greg Haugen, a quien venció en apenas cinco rounds para también imponer el récord de asistentes a una pelea de boxeo.

Sin embargo, para 1993 comenzó con el consumo de drogas y su vida deportiva comenzó a cambiar. Un año después, conoció el sabor de la derrota al caer frente a Frankie Randall por decisión dividida, con lo que además su entonces récord inmaculado quedó en 89-0.

Infierno y recuperación de Julio César Chávez

Inmerso en el alcohol y las drogas, el ídolo mexicano siguió en el boxeo, ganando su revancha inmediata ante Randall y otra victoria ante Taylor, así como reconquistando y defendiendo el título Superligero, pero otra amarga noche llegó al caer ante Oscar de la Hoya en 1996 en busca del título Welter, ya al final de su carrera. Fue, sin duda, una caída que sufrieron profundamente sus seguidores.

Dos años después volvió a perder en la revancha y en 1999 llegó la tercera derrota con Willy Wise; en 2000, Kostya Tszyu también lo venció y en su última pelea profesional, en 2005 se despidió cayendo ante Grover Wiley. Sus problemas extra deportivos le habían ganado la batalla.

Hasta 2010, con base en engaños, Chávez fue internado por su hijo Julio César Jr. en una clínica de rehabilitación y comenzó su redención. Con base en mucho esfuerzo, logró salir de la pelea más difícil que libró. “Si yo pude, ustedes también pueden”, es la frase con la que el Salón de la Fama del Boxeo Internacional alienta a todos aquellos que luchan por vencer a sus demonios.

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