Neptuno es humano
Michael Phelps, suma 19 medallas totales en TRES JUEGOS Olímpicos, es impresionante, podría comparar con que las ocho medallas de Beijing rayaron en la perfección, ocho intentos, ocho medallas de oro.
Phelps apareció como el gran Rey Neptuno, como el gran Dios de Mar que se llevó la perfección y borró el récord de Mark Spitz de 1972 por una medalla.
Alfredo Domínguez Muro
Michael Phelps, suma 19 medallas totales en TRES JUEGOS Olímpicos, es impresionante, podría comparar con que las ocho medallas de Beijing rayaron en la perfección, ocho intentos, ocho medallas de oro.
Phelps apareció como el gran Rey Neptuno, como el gran Dios de Mar que se llevó la perfección y borró el récord de Mark Spitz de 1972 por una medalla.
Spitz lo había hecho en Múnich 72 en una historia muy especial en la que habría que profundizar, él había viajado a los Juegos Olímpicos de México 68 como el gran favorito de la natación norteamericana, después de lo que había hecho Don Schollander, aquel rubio que por cierto fue el primero que se rasuró la cabeza y todo el cuerpo para competir y para no tener ningún obstáculo, fue el precursor de muchos otros temas, pero Schollander había sido el rey de la natación de Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de 1964 y llegó a los de México 68 ya de salida. Entonces aparecía un joven soberbio, altivo, altanero, presuntuoso, yo diría incluso “mamuco” y se tiraría a la alberca e iría por seis medallas olímpicas y resulta que fue un fracaso Mark Spitz en México 68, a tal grado que Schollander alcanzó a brillar con menos medallas y la natación de Estados Unidos no tuvo al gran líder como se esperaba.
Spitz aprendió la lección
Y cuando muchos daban por sentado su retiro, porque en la natación en los años 60 y 70 se acostumbraba que a los 18 ó 20 años se retiraban, hoy las circunstancias son diferentes, Mark decide regresar a la alberca prácticamente sin apoyos, en esa época no había patrocinios, sacrificó todo lo que tenía alrededor para buscar el sueño olímpico en 1972 y lo logró con sus siete medallas, aquél bigotón que no le importaba depilarse porque él era guapetón, su imagen ante todo, y rompía aquel mito de Don Schollander, pero Mark logró la hombrada en 1972.
Vino Michael Phelps en los Juegos de Beijing
Después de la gran carga emocional de Ian Thorpe en Australia, que sin ser tan ambicioso para ir por ocho medallas fue el gran figurón de Sydney, en 2008 Phelps rayó en la perfección, en la leyenda y principalmente en los alcances que él podría tener.
Hoy compararía las medallas de Michael Phelps con las de aquél Dios Neptuno que sale de la alberca y que hoy se convierte en un ser humano, que tiene virtudes y defectos, que tiene debilidades, que puede ganar y que puede perder, pero que lo está disfrutando, esa es la diferencia del Phelps de hace cuatro años al de hoy.
Este Phelps es humano
Y cuando pierde por el toque, por una falla, por una de falta de concentración que él mismo así lo señala, no alcanza a dar la última brazada y llega el sudafricano Le Clos y toca antes que él, bueno, ese es el humano, sale de la alberca rumiando su derrota y derrota es plata.
El entrenador Bob Bowman con mucho sentido lo llevó aparte, lo tranquilizó y le hizo a ese trabajo psicológico tan fuerte que tiene Michael Phelps, dejar esto atrás y unos minutos después ir al 4×100 y ganar con lujo de fuerza la medalla de oro que sería su medalla número 19.
Phelps les dijo entre broma y serio a sus compañeros: “Denme una buena ventaja, esta medalla de oro es para todos nosotros” y lo lograron.
Así que el Michael Phelps de 2008 era la leyenda, era la perfección, este Phelps me gusta más, es el ser humano… Así de fácil.