Política ficción
Entre el 8 de noviembre y el 20 de enero, los tweets del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se convirtieron en la principal amenaza para el tipo de cambio en México. El discurso presidencial se había transformado en el único indicador sobre el futuro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y, por ende, del futuro económico de México.
Cuando Trump asumió la presidencia, la reacción de los mercados hacia el peso cambió de manera repentina. Desde entonces, el peso se ha apreciado 13.25 por ciento frente al dólar.
Indigo Staff
Entre el 8 de noviembre y el 20 de enero, los tweets del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se convirtieron en la principal amenaza para el tipo de cambio en México. El discurso presidencial se había transformado en el único indicador sobre el futuro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y, por ende, del futuro económico de México.
Cuando Trump asumió la presidencia, la reacción de los mercados hacia el peso cambió de manera repentina. Desde entonces, el peso se ha apreciado 13.25 por ciento frente al dólar.
Más allá de la implementación de una política monetaria restrictiva por parte del Banco de México y de que se utilizó una nueva estrategia de coberturas cambiarias, la narrativa política asumió un rol preponderante en la definición de la dinámica del tipo de cambio.
Esta semana quedó de relieve que el efecto que la narrativa política mantiene en los mercados financieros no es exclusivo de economías emergentes como México. En Estados Unidos, el auge de los mercados accionarios parece desinflarse ante las crecientes dudas sobre la capacidad de la administración de Trump para poner en marcha una agenda de políticas pro crecimiento: un programa de gasto en infraestructura, desregulación a gran escala y un recorte de impuestos corporativos.
El martes, por primera vez desde que Trump asumió la presidencia, el índice perdió más de uno por ciento.
La directora de Análisis de Banco Base, Gabriela Siller, explicó que la falta de definición del plan económico de la administración de Donald Trump ha sido determinante para el comportamiento de los mercados financieros.
Por su parte, Luis Adrián Muñiz, subdirector de Análisis de Vector Casa de Bolsa, explicó que las expectativas que generó la agenda de Trump, la cual depende de una negociación eficiente con el Congreso, han propiciado el rally accionario actual. Desde el 8 de noviembre, el índice S&P 500 ha crecido 9.76 por ciento.
“Los mercados bursátiles en Estados Unidos habían sido impulsados por la expectativa de la nueva administración de Trump”, precisó.
En entrevista para Reporte Índigo, Muñiz refirió: “En la medida en que esa expectativa se desinfle, porque al fin de cuentas (los mercados) actúan con base en una expectativa, podríamos ver correcciones”. Asimismo, el subdirector de Análisis de Vector Casa de Bolsa indicó que pareciera que al menos algunos de los factores que llevaron al incremento en los mercados norteamericanos podrían posponerse un poco más de lo que se esperaba.
¿El tiempo le dará la razón a Krugman?
Luis Adrián Muñiz señaló que, típicamente, el mercado siempre incorpora la información que recibe de forma inmediata. En México, Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, insistió durante todo el proceso de depreciación del peso (periodo de transición presidencial entre Barack Obama y Donald Trump) que la moneda mexicana se encontraba seriamente subvaluada. El mercado le ha dado la razón.
En ese sentido, la evolución de las negociaciones políticas en el Congreso estadounidense validarán o corregirán las expectativas de mayor crecimiento que sostienen la dinámica actual de los mercados accionarios.
Cuando Trump ganó las elecciones, Paul Krugman, premio Nobel de Economía, se aventuró a decir que el mercado bursátil colapsaría. Hasta el momento, el avance del índice S&P 500 ha probado lo contrario. Sin embargo, como a Carstens, el tiempo podría darle la razón.
La reforma de Trump al programa Medicare, una de sus principales promesas de campaña, se ha estancado en el Congreso. No existe siquiera un consenso al interior del Partido Republicano en este tema. Considerando que ésta es la primer batalla legislativa del presidente y que su capital político se diluye rápidamente.