Ahogados en deuda
Presionada por 3 billones de dólares en deuda acumulada, la industria petrolera global parece estar atrapada en un espiral negativo.
Los aumentos de producción petrolera alimentan la sobreoferta que ha colapsado los precios del crudo, pero los productores reaccionan a los bajos precios incrementando su extracción con tal de mantener su liquidez y poder cumplir con sus obligaciones financieras.
Rolando Hinojosa
Presionada por 3 billones de dólares en deuda acumulada, la industria petrolera global parece estar atrapada en un espiral negativo.
Los aumentos de producción petrolera alimentan la sobreoferta que ha colapsado los precios del crudo, pero los productores reaccionan a los bajos precios incrementando su extracción con tal de mantener su liquidez y poder cumplir con sus obligaciones financieras.
“Los precios más bajos no han removido la sobreoferta del mercado, sino que pueden haberla exacerbado. La producción se ha incrementado, en lugar de reducido”, explicó recientemente Jaime Caruana, director general del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés).
El BIS advierte que este circuito de realimentación desafía la lógica normal del mercado, la cual dictaría que la sobreoferta resultará en recortes de producción que eventualmente impulsaran los precios. Este comportamiento contraintuitivo, presente en Brasil, Rusia, China y partes de Estados Unidos, está orillando a toda la industria a un remolino de negatividad.
Los efectos negativos que este espiral tiene sobre la economía global no se limitan a los cientos de miles de empleos recortados en la industria petrolera, o a los miles de millones de dólares en inversiones congeladas en el mismo sector.
Esto se debe a que os países exportadores de petróleo están siendo presionados para adoptar recortes en su gasto público a medida que reciben menos ingresos fiscales por la venta de crudo, lo cual está contribuyendo a la desaceleración económica global.
Retirada saudí
La advertencia del BIS levanta cuestionamientos sobre la estrategia de defensa de participación de mercado que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ha implementado bajo el liderazgo de Arabia Saudita, el mayor productor y exportador petrolero del mundo.
Cuando en noviembre del 2014 Arabia Saudita y sus aliados decidieron no recortar los niveles de producción de la OPEP, convirtieron un declive de precios en un genuino y prolongado colapso que ha borrado más de 70 por ciento del valor del crudo.
La lógica detrás de esta decisión era continuar expandiendo la producción para, simultáneamente, ganar más participación de mercado y sacar de la competencia a productores con mayores costos extractivos, como los de Rusia, Estados Unidos y Canadá.
Pero aunque el colapso de precios ha presionado las finanzas de estas empresas, no ha logrado frenar su producción. Recortes de costos y mayores eficiencias productivas han mantenido los niveles de extracción cerca de máximos históricos.
Esto quiere decir que la guerra de desgaste planeada por Arabia Saudita y sus aliados del Golfo Pérsico puede tomar más tiempo y causar más daño de lo que originalmente se pensaba.
Para Caruana, el temor es que el espiral negativo de las empresas petroleras se expanda hacia sus acreedores y de ahí al resto del sistema financiero, ya que “el giro del ciclo financiero puede ser bastante brusco” a medida que los precios de los activos se mantienen estancados y el acceso al crédito se vuelve cada vez más apretado.