“No quiero vivir en un mundo en el que otros hagan del mundo un lugar mejor para vivir mejor que nosotros”. La frase es de Gavin Belson, un personaje de la serie de HBO “Silicon Valley”. Sátira pura.
La industria tecnológica de Estados Unidos se jacta de que las ideas y las misiones de las empresas son, en última instancia, más importantes que el dinero. Se trata de cambiar al mundo, argumentan. Paradójicamente, las tres compañías públicas con el mayor valor de capitalización de mercado en el planeta tienen su origen en Silicon Valley: Apple, Google y Facebook.
La frase de Belson cobra relevancia en un momento en que tres de las figuras más prominentes de la industria han iniciado una carrera por el desarrollo de un servicio turístico espacial. Elon Musk, fundador de Tesla; Richard Branson, fundador de Virgin y Jeff Bezos, fundador de Amazon; han enfocado gran parte de su tiempo y de su capital en una apuesta cuyo rendimiento aún es, en el mejor de los casos, incierto.
Esta competencia tiene precio. Jeff Bezos, quien se ubica en el segundo lugar de la lista de multimillonarios de Bloomberg, ha dicho que planea vender mil millones de dólares de sus acciones de Amazon cada año con la finalidad de financiar su proyecto espacial, Blue Origin.
La fortuna de Bezos, quien posee el 16.95 por ciento de las acciones de Amazon, está valuada en 78 mil millones de dólares.
“Ahora, mi modelo de negocios para Blue Origin es vender mil millones de dólares de las acciones de Amazon e invertirlas en Blue Origin”, dijo Bezos a un grupo de reporteros, en el marco del Simposio Espacial de Estados Unidos, que tuvo lugar en Colorado Springs esta semana.
El objetivo final de este proyecto es hacer de Blue Origin una compañía rentable con un modelo de negocios sostenible que permita reducir el costo del transporte espacial para que millones de personas sean capaces de viajar y trabajar fuera de la tierra.
“Mi principal enfoque es poner a los humanos en el espacio, quiero humanos en el espacio”, sentenció Jeff Bezos.
La idea no es nueva. Bezos fundó Blue Origin hace una década. De hecho, el proyecto original contemplaba que los viajes tripulados iniciarían en 2017. Las expectativas se han ajustado. Jeff Bezos indica que la compañía tendrá la capacidad de realizar viajes al espacio de 11 minutos con seis pasajeros para finales del siguiente año.
Siguiendo el manual de Silicon Valley
Jeff Bezos ha seguido el manual de crecimiento y desarrollo empresarial de Silicon Valley al pie de la letra.
Primer paso, aprovechar una innovación disruptiva. En este caso, la infraestructura tecnológica en la que está basada la operación de Amazon.
Segundo paso, reinvertir utilidades para consolidar el posicionamiento de la empresa. En resumen, seguir la máxima de Peter Thiel, uno de los inversionistas iniciales de Facebook: hacer de tu empresa un monopolio natural.
Tercer paso, aprovechar las utilidades extraordinarias del monopolio para subsidiar proyectos de investigación con potencial disruptivo que permitan perpetuar este ciclo. Amazon financia proyectos que van desde el desarrollo de la nube informática hasta el desarrollo de tecnología de manejo autónomo.
Blue Origin es el proyecto de más alto perfil de Jeff Bezos. Amazon, una compañía que cuenta con amplia disponibilidad de efectivo, gastó apenas 103 millones de dólares en operaciones de fusiones y adquisiciones en 2016. En cambio, Bezos está gastando mil millones de dólares anuales de su propio capital para financiar Blue Origin.
El potencial de negocio aún es incierto. Blue Origin está trabajando en el desarrollo de una operación que permita recortar costos a un nivel tal que resulte factible cobrar 300 mil dólares por un viaje de 11 minutos al espacio.
Competencia de primer nivel
Jeff Bezos sostiene que la clave está en la ingeniería básica del transporte, en hacer que ésta sea reusable para mantener costos competitivos.
El mes pasado, Space X, la empresa de Elon Musk, anunció que pudo reutilizar un cohete para poner un satélite en órbita. Un avance significativo. En ese sentido, la compañía ha anunciado que planea enviar dos turistas en un viaje alrededor de la luna, a finales del siguiente año.
Silicon Valley se ha convertido en el centro de desarrollo de tecnología de nueva generación, el corazón de lo que el Foro Económico Mundial denomina “la cuarta revolución industrial”.
La carrera por el espacio no podía ser la excepción. A diferencia de la carrera espacial de la década de los 60, en plena guerra fría, es el capital privado y no el Estado el que está financiando estos esfuerzos.
Jeff Bezos sostiene que este proyecto no tiene tope, invertirá lo que sea necesario.
El ganador de la carrera no obtendrá una victoria política, sino el control del que podría ser un monopolio de nueva generación en Silicon Valley. Esto es el capitalismo en su máxima expresión.