Hoy en día las obras de Warhol se cotizan en millones de dólares y existen museos dedicados únicamente a su trabajo. Sus numerosas excentricidades llegaron a influenciar su arte y lo hicieron famoso entre sus contemporáneos.
— Pelo artificial
El aspecto físico siempre fue un tema central en la vida de Warhol. La forma de vestirse y sus accesorios ahora son icónicos. Aunque puede ser sopresa para algunos, el característico pelo de Warhol era en realidad una peluca. Poseía más de 40 peluquines. Cuando una niña le arrancó su pelo postizo en 1985, él escribió en su diario: “No sé cómo me controlé para no tirarla por el balcón”.
— Persona escueta
Andrew Warhola, su nombre completo, nació en 1938 en Pittsburgh, Estados Unidos. Creció como un niño fisicamente débil y padeció serios conflictos psicológicos debido a su gran inseguridad, su apariencia extraña y su homosexualidad. Varios biógrafos afirman que era un niño infeliz y que vivía aterrado de todo. En las entrevistas que se le realizaron, evitaba entrar en debate acerca de las críticas a su obra.
— Amante de los pies
Warhol sentía fetichismo por los pies, mejor conocido como podofilia, es decir, excitación sexual al ver, tocar, acariciar o hacer cualquier cosa con los pies de otra persona. En el caso de Andy, su obsesión era tan grande que guardaba desde un montón de dibujos de pies y zapatos, hasta un pie humano momificado del antiguo Egipto.
— Hombre de basura
Warhol no era de las personas que piensa en tirar las cosas inservibles a la basura. Uno de sus tantos hobbies era la recolección de cosas que la mayoría de la gente considera como basura: menús de avión, viejas facturas, masa de pizza, sellos o tarros de galletas. Toda su casa, que tenía 4 pisos, y un almacen de depósito, estaban llenos de lo que se llegó a conocer como “las cosas de Andy”, que ahora se exhiben en diferentes museos.
— Con espiritualidad
Warhol era una persona religiosa que pertenecía a la Iglesia Católica Bizantina Rutena. Varias de sus obras están inspiradas en el arte de temática cristiana. Llegó incluso a entrevistarse con el Papa Juan Pablo II en 1980. Murió insperadamente a los 58 años después de una operación rutinaria de vesícula biliar, del mismo modo que falleció su padre 45 años antes.