Ficha de cambio
De cara a la negociación de una nueva versión del TLCAN, México puede valerse de su posición como mejor cliente de Estados Unidos en compras de productos básicos para la economía como gasolina automotriz y gas natural y así convencer del beneficio de integrar más las cadenas productivas de Norteamérica.
El sector energético mexicano ha sido uno de los que más transformaciones ha registrado en los 23 años del pacto comercial y así lo reconoce el oficio que se entregó al Senado de la República.
Lourdes González
De cara a la negociación de una nueva versión del TLCAN, México puede valerse de su posición como mejor cliente de Estados Unidos en compras de productos básicos para la economía como gasolina automotriz y gas natural y así convencer del beneficio de integrar más las cadenas productivas de Norteamérica.
El sector energético mexicano ha sido uno de los que más transformaciones ha registrado en los 23 años del pacto comercial y así lo reconoce el oficio que se entregó al Senado de la República.
“Hoy tenemos acceso a recursos como el gas de lutitas (shale), y el petróleo de arenas bituminosas que, de la mano con la apertura de la industria energética mexicana, generan oportunidades de inversión y asociación”, detalló el escrito.
Si bien es cierto que los objetivos que persigue Estados Unidos en el tema energético son escuetos también lo es que el interés de los socios comerciales es favorecer el libre comercio de energéticos.
El as bajo la manga
Es conocida la dependencia energética de México respecto al vecino país del norte; además, Estados Unidos tiene a México a su mejor cliente.
Al respecto, la publicación que hizo el Representante de Comercio de Estados Unidos sobre los objetivos para la renegociación del TLCAN apuntó que en el tema energético pretende “preservar y fortalecer las inversiones, el acceso a los mercados y las disciplinas en las empresas controladoras por Estados Unidos para beneficiar la producción y transmisión energética y apoyar la seguridad e independencia energética de América del Norte, promoviendo la continuación de las reformas de apertura del sector”.
Esto significa que el documento apoya la reforma energética mexicana y al libre comercio en este sector entre los países, sin aludir a desequilibrios comerciales ni posibles políticas proteccionistas.
De visita a México para entrevistarse con su homólogo mexicano, el secretario de Energía de Estados Unidos Rick Perry se pronunció por un mayor comercio de energéticos e inversión bilateral como apoyo a la autosuficiencia de Norteamérica.
“Esto reducirá nuestra dependencia en importaciones de energía desde fuera del continente, y obviamente creará empleos y disminuirá el costo de la energía para los consumidores”, sostuvo Perry.
El panorama del campo energético hace suponer que sea de los más fáciles de negociar en las conversaciones que arrancarán en los siguientes días, en una primera ronda en Washington.
Uno de los temores del país por la dependencia energética con Estados Unidos ha sido que nos cierren la llave a la importación de gas natural o de gasolina para uso automotriz, pero la evidencia ha demostrado que el interés del vecino país del norte es venderle más a México.
A días de iniciar el proceso de renegociación, una de las reglas no escrita en las conversaciones es que Trump debe ser visto por sus partidarios como el ganador, lo que de acuerdo a varias publicaciones en la prensa parece no molestarle a México.
Sin embargo, para Antonio Ortiz Mena, quien formó parte del equipo mexicano del tratado comercial en la década de los 90, una opción más constructiva es utilizar la actualización del pacto comercial para robustecer a la economía mexicana y así aumentar sus importaciones desde Estados Unidos y de cualquier parte del mundo.
Energía no está exenta de riesgos
Un estudio del Instituto Peterson para la Economía Internacional (PIIE, por sus siglas en inglés) indicó que el panorama energético en América del Norte cambió drásticamente en las últimas dos décadas, a partir de la reforma energética en México; también con la producción de gas natural estadounidense a través de esquistos, mientras que en Canadá se desarrolló la extracción a gran escala de las arenas petrolíferas, que es un tipo de crudo no convencional al ser una mezcla de arcilla, arena, agua y bitumen.
Todo este movimiento convirtió a Canadá y México en el primer y segundo mayores socios comerciales de Estados Unidos en productos energéticos.
El análisis expuso que Estados Unidos se convirtió en exportador neto de energía a México en 2015, con un crecimiento promedio anual de 19 por ciento entre 1996 y 2016.
Además, está el interés de Estados Unidos en mantener e incrementar las exportaciones de gas a México, al crecer la producción de 19.4 billones de pies cúbicos en 2006 a 28.3 billones de pies cúbicos en 2016.
También México planea construir más tubería, a través de la frontera de Estados Unidos como el gasoducto Sur de Texas-Tuxpan que está orientado a transportar combustible desde el sur de Texas a Tamaulipas y Veracruz, a través del Golfo de México.
Se estima que los gasoductos transfronterizos para gas natural se dupliquen en los próximos tres años.
El informe del PIIE coincide que la negociación del tema de energía debería ser relativamente fácil, pero no está exenta de riesgos.
Otra de las voces que se han pronunciado en ese sentido es Luis de la Calle, quien estuvo en las conversaciones del actual TLCAN y que se integró al Consejo Consultivo Estratégico de Negociaciones Internacionales creado por el Consejo Coordinador Empresarial (CCE).
Sobre el particular aseguró que la concesión que México pueda hacer en el tema energético no le cuesta porque ya se reformó la Constitución y hay una reforma en marcha.
Aunque recomendó que México no debe poner este sector sobre la mesa. “Estados Unidos debe pedirlo. México debe decir: yo consolido lo que ya hice, pero tú qué me vas a dar”, afirmó.
El PIIE advirtió en su análisis que las relaciones entre empresas petroleras de Estados Unidos y México podrían verse afectadas por un sentimiento antiestadounidense a parir de la excesiva presión de la administración de Trump, que pudiera resucitar el nacionalismo energético al sur de la frontera y descarrilar la reforma energética que está en proceso.
Con mayor precisión hizo referencia a Andrés Manuel López Obrador, el presidente del partido Morena, quien al igual que otros políticos de izquierda se opone a la reforma energética.
“Desafortunadamente ya se ha establecido el escenario para un retorno al nacionalismo mexicano en el sector energético”, precisó.