Aquí sí, allá no
Las leyes en materia de competencia en México son anacrónicas y en algunos sectores se encuentran manipuladas por intereses políticos.
Tal es el caso de la industria cervecera nacional que durante años ha sido dominada por el duopolio de Cervecería Cuauhtémoc-Moctezuma y Grupo Modelo. Ni siquiera la adquisición de ambos grupos por empresas internacionales como Heineken y Ab-Inbev (respectivamente) ha servido para liberar el mercado.
Rodrigo Carbajalhttp://youtu.be/Nq5gChVU-NU
Las leyes en materia de competencia en México son anacrónicas y en algunos sectores se encuentran manipuladas por intereses políticos.
Tal es el caso de la industria cervecera nacional que durante años ha sido dominada por el duopolio de Cervecería Cuauhtémoc-Moctezuma y Grupo Modelo. Ni siquiera la adquisición de ambos grupos por empresas internacionales como Heineken y Ab-Inbev (respectivamente) ha servido para liberar el mercado.
Entre todas las conductas abusivas que realizaron, la exclusividad que mantienen las tiendas Oxxo de vender sólo productos de Heineken destaca como una de las más graves.
Gracias al aval que cuentan por parte de las autoridades, los Oxxo pueden negar la entrada de cualquier cerveza que no sea de Heineken violando las leyes más básicas de competencia.
Oxxo es la cadena de tiendas minoristas más grande de América y la venta de alcohol es uno de los productos que más ingresos le genera.
Femsa, el conglomerado que es dueño de Oxxo (y anteriormente también de Cervecería), sólo puede cometer esta clase de abusos en México. De acuerdo con una nota publicada por Grupo Reforma, las tiendas Oxxo llevan desde el 2011 metidos en una pelea legal en Estados Unidos para poder conseguir, tan si quiera, un permiso de venta de alcohol.
Debido a que Femsa mantiene una participación accionaria de 20 por ciento en Heineken, las autoridades estadounidenses consideran que existe un problema con la libertad de mercado si venden alcohol. En Estados Unidos está prohibida la venta de un producto cuando existe una relación directa de inversión entre el detallista, distribuidor y productor.
Mientras que allá no le permiten vender alcohol por la relación empresarial que mantiene con Heineken, acá las autoridades lo permiten y protegen un esquema monopólico.
Duopolio mexicano
El mercado de la cerveza en México es un caso emblemático de prácticas monopólicas. De acuerdo con el banco suizo UBS, México es el único país donde sólo dos empresas se reparten esta industria.
Países como Brasil, China o Estados Unidos cuentan con la participación de al menos tres de las cuatro cerveceras globales más grandes del mundo.
Sin embargo, México es la excepción ya que Modelo cuenta con una participación de 59 por ciento del mercado y Cervecería Cuauhtémoc-Moctezuma con un 41 por ciento. SAB Miller, el tercer productor global de cerveza tiene acceso a menos del uno por ciento del mercado.
La Comisión Federal de Competencia Económica, el principal órgano antimonopolio, destaca que los contratos de exclusividad en puntos de venta son la principal barrera de la entrada del mercado.
Además de la limitación de competencia, esta integración vertical otorga a las empresas una mayor capacidad para la discriminación de precios. En otras palabras, las compañías identifican a sus diferentes clientes y obtienen la mayor utilidad posible de cada uno a costa del consumidor.
Oxxo, la cadena minorista de Femsa, antiguo dueño mayoritario de Cervecería Cuauhtémoc-Moctezuma, cuenta con más de doce mil unidades en América Latina. Esto la convierte en la cadena más grande de toda América, incluyendo a Estados Unidos.
Cien años de atraso
La Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económicas (OCDE) señala que los consumidores mexicanos pagan alrededor de un 40 por ciento en sobreprecio en los mercados de baja o nula competencia.
Esta condición se exacerba en los estratos más vulnerables del país. La población de menores ingresos gasta alrededor del 42 por ciento de su ingreso en mercados de estas características.
El Banco Mundial ha afirmado que el principal reto de la economía mexicana yace en el combate al monopolio en sectores como telecomunicaciones, banca privada, minería y productos al consumo.
Del mismo modo, el reporte de competitividad global 2013-2014 del Foro Económico Mundial ubica a México en el lugar 114 de 148 países en el rubro efectividad de política de competencia.
El proceso de legislación de competencia económica de México tuvo lugar cien años después de que Estados Unidos sentó el primer precedente en la materia.
La primera ley antimonopolios se promulgó en este país en 1890 a través de la denominada la ley Sherman. Fue inspirada en la idea de Adam Smith, fundador de la economía clásica, de que la alta concentración influye sobre los precios debido a que el mercado deja de funcionar eficientemente.
Un cuarto de siglo después surgió la ley Clayton, cuyo legado más significativo fue la disolución de la firma petrolera Standard Oil en entidades independientes, las cuales fueron forzadas a competir entre sí.
La ley Clayton promovió la competencia económica mediante medidas como la limitación a contratos exclusivos, así como reparaciones de hasta tres veces los daños económicos para las empresas perjudicadas por la concentración.
No obstante, en México la Ley Federal de Competencia Económica se promulgó hasta 1992 durante la presidencia de Carlos Salinas. La falta de resultados obligó al Estado mexicano a reformar la ley en el 2013.
La justificación partió del mismo argumento que la Ley Sherman había tomado en consideración cien años antes: “las conductas anticompetitivas y concentraciones indebidas provocan un incremento excesivo de precios”.
Pero incluso con estas nuevas disposiciones, las autoridades siguen amparando prácticas monopólicas como las realizadas por Cervecería y Modelo.
Reporte Índigo ha publicado que las resoluciones en materia de competencia emitidas por la autoridad avalan las prácticas monopólicas del duopolio cervecero.