La resurrección de Banamex
La relación entre Citi y Banamex escapa del esquema tradicional de control corporativo entre matriz y subsidiaria.
En el 2001, Roberto Hernández y Alfredo Harp, socios mayoritarios de Banamex después de la reprivatización bancaria, vendieron el banco mexicano a Citi por 12.5 mil millones de dólares.
Rodrigo Carbajal
La relación entre Citi y Banamex escapa del esquema tradicional de control corporativo entre matriz y subsidiaria.
En el 2001, Roberto Hernández y Alfredo Harp, socios mayoritarios de Banamex después de la reprivatización bancaria, vendieron el banco mexicano a Citi por 12.5 mil millones de dólares.
Entonces, la operación representó la mayor adquisición de una empresa mexicana por parte de una firma extranjera.
Ése fue el inicio de una historia de altibajos marcada por un inusual enfoque de independencia en la administración de Banamex respecto al banco matriz. Citi se ha caracterizado por mantener una de las políticas de más estricto control sobre sus subsidiarias en la industria bancaria. Hasta hace poco,
Banamex era la brillante excepción.
La semana pasada, Michael Corbat, director general de Citi, anunció que el banco mexicano cambiaría su nombre a Citibanamex como parte de un proceso de modernización digital que implicará una inversión de 25 mil millones de dólares en la subsidiaria para los siguientes cuatro años.
La administración de Citi pretende que Citibanamex se convierta en punta de lanza para un nuevo modelo de banca comercial en países emergentes, abocado a la bancarización digital de una creciente clase media urbana.
En un momento en el que el proceso electoral de Estados Unidos ha puesto un velo de incertidumbre sobre el futuro económico de México, el anuncio de una inversión de esta magnitud contrasta con las recomendaciones de analistas que argumentaban a favor de la venta de Banamex.
La incapacidad de Citi para generar valor para sus accionistas, evidente en el hecho de que cotiza a un precio de mercado equivalente a alrededor del 75 por ciento de su valor en libros, ha puesto presión sobre el banco para evaluar alternativas estratégicas.
Si a esta narrativa se le añade el desprestigio reciente de Banamex, derivado del escándalo de Oceanografía y de acusaciones de lavado de dinero en las sucursales estadounidenses del banco mexicano, la opción de venta se vuelve más atractiva.
Opciones de venta
Recientemente, Mike Mayo, analista de CLSA, argumentó que Citi podría vender Banamex y obtener entre 5 mil millones de dólares y 10 mil millones de dólares que podrían ser utilizados para una recompra de acciones.
En esa misma línea, Brian Kleinhanzl, analista de la firma KBW, dijo a Reuters que mantener las divisiones de banca de consumo y de pequeñas empresas de Banamex no tenía sentido estratégico para Citi.
De tal suerte, refiere que el valor de Banamex podría ser maximizado dado que su separación de Citi lo exentaría de ser parte de las regulaciones de riesgo sistémico a las que la matriz está sujeta.
Kleinhanzl considera que se podría realizar una oferta pública inicial de casi 12 mil millones de dólares para la operación, lo cual redituaría una ganancia antes de impuestos de casi 7 mil millones de dólares.
Control vertical
Pese a que la inversión de Citi ha sido recibida por analistas como un rechazo a estas recomendaciones, Michael Corbat y su equipo no optaron por el status quo. Personas cercanas a la compañía señalan que la matriz busca ejercer un control vertical en Citibanamex.
La salida de Manuel Medina Mora de la Presidencia del Consejo de Administración, que ahora será ocupada por el empresario Valentín Diez Morodo, pone de manifiesto este golpe de timón.
El escándalo de créditos fraudulentos de Oceanografía que estalló en 2014 marcó un antes y un después para la relación entre Citi y Banamex. También fue un punto de quiebre para la carrera de Manuel Medina Mora, el ejecutivo mexicano de más alto perfil en Citi.
Meses después del escándalo, Javier Arrigunaga renunció a la dirección general de Banamex. En el comunicado oficial de su salida, se mencionó explícitamente que Ernesto Torres Cantú, el nuevo director general, le reportaría directamente a Michael Corbat.
En febrero de 2015, Manuel Medina Mora, quien encabezó la dirección global de banca al consumidor de Citi y fungió como co-presidente de la matriz, anunció que dejaría ambos cargos.
Asimismo, dijo que se mantendría como presidente del Consejo de Administración de Banamex con funciones no ejecutivas.
Sin embargo, el legado de Medina Mora no es algo menor. Bajo su dirección, la banca al consumo pasó de representar el 17 por ciento de los ingresos de Citi en 2010 a una cifra de 40 por ciento en 2015.
En Banamex, su mano también es evidente. La subsidiaria mexicana aporta el 10 por ciento de los ingresos totales de Citi y es el banco con más sucursales del grupo (1500). En el 2009, cuando Citi había sido rescatado por el gobierno de Estados Unidos, los ingresos de Banamex significaron casi un tercio de los ingresos totales del banco global.
Ahora, Citi busca aprovechar la alta rentabilidad de Banamex (retorno al capital de 15 por ciento) bajo un enfoque de control de riesgos que sea supervisado directamente por la matriz.
Desde antes del 2014, cuando el caso Oceanografía salió a la luz, medios mexicanos ya reportaban que las diferencias de Medina Mora con Corbat volvían inminente su salida de Citi. Después del escándalo y después de que Banamex USA tuvo que pagar 140 millones de dólares en 2015 para terminar una investigación de lavado de dinero por parte de reguladores estadounidenses, la transición en Banamex se consolidó.