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Relanzamiento emergente

Los mercados emergentes pueden dar fe de la aseveración de que no hay verano sin invierno.

Desde que la Reserva Federal de Estados Unidos, el banco central más influyente del mundo, anunció que pondría fin a su programa de compra de activos en el 2013, el grueso de los activos de países en desarrollo cayeron en un espiral negativo.

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ha crecido el índice de divisas emergentes de JP Morgan de enero a la fecha
De acuerdo a Bank of America, tan sólo entre el 2013 e inicios del 2016, los inversionistas globales retiraron alrededor de 100 mil millones de dólares de fondos de mercados emergentes
El dinero es el nervio central del sistema económico”
Murray RothbardEconomista estadounidense
En un mundo con rendimientos cada vez más bajos, los mercados emergentes ofrecen potencialmente altos rendimientos que son competitivos” 
Heidi RichardsonDirectora de inversión del fondo US iShares de Blackrock

Los mercados emergentes pueden dar fe de la aseveración de que no hay verano sin invierno.

Desde que la Reserva Federal de Estados Unidos, el banco central más influyente del mundo, anunció que pondría fin a su programa de compra de activos en el 2013, el grueso de los activos de países en desarrollo cayeron en un espiral negativo.

La incertidumbre, la reducción de los estímulos monetarios de parte de un banco central que estaba inyectando más de 80 mil millones de dólares al mes al sistema financiero, así como problemas estructurales internos de los países emergentes marcaron una narrativa de pesimismo que contrastó con las promesas que ofrecían los BRIC en la década pasada.

El semanario The Economist refiere con ironía que los mercados emergentes, como categoría de activos entre el 2010 y el 2014, eran “tan populares como un juez antidoping en una competición de atletismo en Rusia”.

Sin embargo, más allá de los vaivenes de las perspectivas de corto plazo de los inversionistas globales, el sentimiento hacia los países emergentes ha dado un giro de 180 grados.

Bank of America Merrill Lynch (BofA) considera que el mercado se encuentra en “un gran punto de
inflexión en relación a los flujos de deuda que se destinan a países en desarrollo”.


El banco estima que, en las últimas seis semanas, los fondos de deuda emergente han registrado una entrada de flujos de capital de 18 mil millones de dólares.

El cálculo de la firma EPFR Global para el ingreso de inversión en cartera para los mercados emergentes se encuentra en esta misma línea: 14.3 mil millones de dólares tan sólo en el mes de julio, una cifra récord.

La euforia emergente es generalizada. Una encuesta de BofA realizada a administradores de fondos de inversión detalla que la mayoría de los encuestados cuenta con una posición de “sobreexposición” a los activos de países en desarrollo.

Esto representa un cambio significativo respecto a la postura generalizada que los inversionistas habían tomado desde el 2013, una en la que su exposición a activos emergentes era “menor a lo normal”.

El Strategic Global Bond Fund de Blackrock, el mayor administrador de activos en el mundo, aumentó su participación en activos emergentes desde 25 por ciento del total de los activos del fondo a finales de 2015 a una participación de 37 por ciento en junio de este año.

Un cambio tan drástico en el sentimiento emergente responde tanto a un nuevo escenario en el que se han asentado las bajas tasas de interés en las economías avanzadas, así como a mejoras estructurales de los países emergentes.

The Economist argumenta que la clase emergente ha sido considerada por los inversionistas globales como una moda efímera que ha ido y venido en los últimos 20 años, transitando desde el “entusiasmo ingenuo” hacia la “preocupación excesiva”.

No obstante, la drasticidad de este cambio se ha manifestado en el incremento de 32.3 por ciento que ha presentado el índice de acciones emergentes de la firma MSCI desde enero, cuando se tocó un nivel mínimo.

Tasas negativas: factor decisivo

El banco JP Morgan hace énfasis en el contraste de la situación emergente actual con la de los últimos cinco años, en los que el desempeño de esta clase de activos es señalada como decepcionante.

De acuerdo a BofA, tan sólo entre el 2013 e inicios del 2016, los inversionistas globales retiraron alrededor de 100 mil millones de dólares de fondos de mercados emergentes, cerca de la mitad de sus posiciones totales en este sector.

Pero, en relación a los años anteriores al auge emergente, los principales bancos centrales del mundo marcan la diferencia.

El sostenimiento de la política monetaria como el único pilar relevante de política económica para
hacer frente a la recuperación en países avanzados ha derivado en un fenómeno sin precedentes: tasas negativas en los bonos de mediano y largo plazo de estas naciones.

La firma Fitch Ratings calcula que los bonos con tasas negativas ya alcanzan un monto de 11.4 billones de dólares. Esto deja a los inversionistas con dos opciones: aceptar una pérdida inminente o reducir su aversión al riesgo y buscar mayores rendimientos en activos menos seguros.

El instrumento promedio del índice de bonos de países avanzados de BofA presenta una tasa de interés de 0.56 por ciento. En cambio, el instrumento promedio del índice de bonos de países emergentes de BofA cuenta con una tasa de interés de 4.44 por ciento.

Coyuntura prolongada

Esta coyuntura de tasas negativas se ha prolongado más de lo que esperaban las autoridades de política económica. Conforme los países avanzados siguen presentando raquíticas tasas de crecimiento, los bancos centrales mantendrán el status quo.

La perspectiva de crecimiento para las economías desarrolladas para este año es de 1.8 por ciento, de acuerdo al Fondo Monetario Internacional.

Blackrock refiere que “mientras la Reserva Federal mantenga su perspectiva de bajas tasas por un largo tiempo, los inversionistas extenderán su búsqueda de rendimientos”.

Este escenario se ha reflejado en una debilidad del dólar, que suele operar en sentido contrario al auge emergente y a el precio de las materias primas, principal producto de exportación de los países en desarrollo.

El índice de divisas emergentes de JP Morgan ha crecido 10 por ciento desde enero, alcanzando un pico de doce meses. El peso mexicano es uno de los grandes beneficiarios de este auge, el cual se ha apreciado 3.11 por ciento frente al dólar en el último mes. Ayer, la divisa mexicana, logró romper el piso de 17 pesos por dólar.

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