Los mercados accionarios de China han vivido tres semanas negras, y aún el uso de todas las herramientas a disposición del gobierno chino han resultado insuficientes para frenar esta caída.
Desde su pico histórico el 12 de junio, los principales índices accionarios de la Bolsa de Valores de Shanghái y de la Bolsa de Valores de Shenzhen han caído 27.9 y 38.5 por ciento, respectivamente.
A pesar de estas pérdidas, los niveles de estos índices siguen estando 79 por ciento y 89 por ciento, respectivamente, por encima de lo que registraban a inicios de julio del año pasado.
En medio de esta caída libre, el gobierno chino ha anunciado medidas de impulso que van desde un recorte en la tasa de interés de referencia de su banco central hasta inyecciones de capital.
Estas medidas contrastan con el discurso emitido por las autoridades chinas a finales del 2013, en donde se enfatizaba la necesidad de mayores reformas que dieran más control al libre mercado y no a la planeación económica.
Pero la intervención del gobierno chino, que algunos expertos señalan está más enfocada en proteger a las empresas paraestatales que a los inversionistas, no ha logrado detener el aparente reventamiento de una burbuja financiera que tenía meses cocinándose.