La era del proteccionismo
Las campañas disruptivas de Donald Trump, Bernie Sanders y la decisión de Reino Unido de salir de la Unión Europea encuentran un común denominador: un marcado sentimiento antiglobalización que pretende cristalizarse en políticas proteccionistas.
La semana pasada, la Organización Mundial del Comercio (OMC) emitió “una llamada de emergencia” en su último reporte de perspectivas de la actividad comercial global. El organismo espera que el comercio internacional presente su menor tasa de crecimiento desde la crisis global de 2008.
Rodrigo Carbajal
Las campañas disruptivas de Donald Trump, Bernie Sanders y la decisión de Reino Unido de salir de la Unión Europea encuentran un común denominador: un marcado sentimiento antiglobalización que pretende cristalizarse en políticas proteccionistas.
La semana pasada, la Organización Mundial del Comercio (OMC) emitió “una llamada de emergencia” en su último reporte de perspectivas de la actividad comercial global. El organismo espera que el comercio internacional presente su menor tasa de crecimiento desde la crisis global de 2008.
Por primera vez desde 2001, y por segunda vez desde que se tiene registro, el comercio global crecerá a una tasa menor que la economía mundial. La OMC espera que el intercambio de bienes y servicios entre países se incremente 1.7 por ciento este año.
“La dramática desaceleración del comercio mundial es seria y debería de servirnos como una llamada de emergencia”, señaló Roberto Azevedo, director general de la OMC.
Sin embargo, a muchos economistas les resulta preocupante que esta coyuntura no obedece a las recientes manifestaciones políticas contrarias al libre mercado. La desaceleración del comercio es explicada por una tendencia de casi una década que obedece a factores económicos como el estancamiento crónico de las economías avanzadas.
El consenso de analistas expresa que en caso de que se concreten las promesas proteccionistas de los grupos antiglobalización alrededor del mundo, el incremento de barreras comerciales, vidente en el periodo posterior a la crisis de 2008, se exacerbaría notablemente.
El ejemplo patente de este fenómeno se encuentra en la creciente resistencia, tanto en Europa como en Estados Unidos, a los dos acuerdos comerciales que pretenden ser el derrotero de la nueva economía global: el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) y la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés).
Barreras peligrosas
En el reporte de la OMC, Azevedo refirió: “Es particularmente preocupante el contexto de un creciente sentimiento antiglobal ización.
Debemos asegurarnos de que esto no se traduzca en políticas públicas equivocadas que empeoren la situación, no sólo desde la perspectiva del comercio, sino de la de creación de empleos, crecimiento económico y desarrollo, los cuales están íntimamente relacionados con el sistema de libre mercado”.
El diagnóstico de la OMC hace alusión a un creciente esfuerzo de parte de los gobiernos para proteger sus industrias y promover sus productos a expensas de sus competidores globales.
Esta postura de política económica contrasta con la apertura comercial de las últimas décadas que es referida por el reporte la OMC como el pilar de un largo periodo de crecimiento global.
A través de un informe previo a su reporte de Perspectivas Económicas Globales, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ofreció un análisis similar de la situación del comercio mundial. De acuerdo al organismo multilateral, su medición de la actividad comercial se ha incrementado a una tasa de 3 por ciento desde el 2012, la mitad de lo presentado en las tres décadas anteriores.
El FMI considera que la falta de acuerdos comerciales multilaterales le ha costado 1.75 puntos porcentuales a la tasa de crecimiento anual del comercio global. Asimismo, refiere que un retroceso en la formación de cadenas de valor multinacionales han mermado el intercambio de bienes y servicios transfronterizos.
Sin embargo, el organismo no atribuye enteramente la desaceleración del comercio a las renovadas medidas de proteccionismo.
El análisis del FMI sostiene que el 75 por ciento de esta desaceleración es explicada por la sostenida debilidad económica del mundo poscrisis, puntualmente por la anémica situación de la inversión.
No obstante, se reiteró que el alza en las medidas proteccionistas no ha sido inocuo y que eso podría agravarse debido al persistente sentimiento antiglobalización.
Sentimiento antiglobalización
La OMC y el FMI coincidieron en que la promoción del libre comercia debería estar acompañada de políticas que compensen a los “perdedores” de la globalización. Roberto Azevedo dijo que los beneficios del comercio global deberían compartirse ampliamente con las pequeñas empresas, los países pobres y los grupos marginados.
A pesar de ello, el director de la OMC precisó que el comercio global no ha sido el mayor responsable de la sangría de empleos manufactureros en los países industrializados. Azevedo asegura que cuatro de cinco empleos perdidos en las economías avanzadas obedecen a una mayor automatización y eficiencia en las operaciones, lo cual le permite a las empresas recortar su plantilla laboral.
Pero, la percepción política es otra. La transferencia de empleos, particularmente de manufactura, de países industrializados a regiones emergentes de bajo costo, como México, son el motor del sentimiento antiglobalización referido por la OMC y el FMI.
Donald Trump y Hillary Clinton, los dos candidatos punteros en la elección presidencial de Estados Unidos, han recogido esta retórica en sus posturas de política económica. Ambos han prometido revisar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y ambos rechazan la aprobación del TTP, referido como la actualización del TLCAN.
México es particularmente vulnerable a estas posiciones. El país destina el 80 por ciento de sus exportaciones a Estados Unidos y ha hecho del libre comercio uno de los fundamentos de su modelo de desarrollo.