¿Con barba larga?… ¡A pagar impuesto!
Si bien el impuesto llamado Robin Hood que implementará Francia hace evidente que falta mucho por hacer para perfeccionar la manera en la que se recauda, se puede decir que como civilización hemos avanzado bastante.
En las épocas medievales, abundaban los impuestos absurdos e ineficientes.
Por ejemplo, en Inglaterra se instauró un impuesto a la barba en 1535. Por supuesto que este impuesto, cobrado a todos los hombres que preferían mantener su vello facial por más de dos semanas, era casi imposible de evadir.
Eduardo FloresSi bien el impuesto llamado Robin Hood que implementará Francia hace evidente que falta mucho por hacer para perfeccionar la manera en la que se recauda, se puede decir que como civilización hemos avanzado bastante.
En las épocas medievales, abundaban los impuestos absurdos e ineficientes.
Por ejemplo, en Inglaterra se instauró un impuesto a la barba en 1535. Por supuesto que este impuesto, cobrado a todos los hombres que preferían mantener su vello facial por más de dos semanas, era casi imposible de evadir.
Bastaba con ver las características físicas del hombre para deducir si debía dinero al estado.
En Rusia, donde también se proclamó un impuesto contra la barba, los contribuyentes tenían que portar una medalla con la inscripción “la barba es una carga superflua”.
Además de recaudar dinero, se cree que estos impuestos se cobraban para afectar a grupos específicos que eran perseguidos de manera oficial.
En el caso de la barba, las personas religiosas debían portar una por sus creencias, por lo que les salía más caro ser practicantes de su fe que a otros ciudadanos.
Era considerado natural también aplicar impuestos como “al cuerpo” que se cobraba al ganado, y a los judíos al ingresar a ciudades europeas.
Y por si fuera poco, los judíos pagaban a tasas mayores, como se explica en la biografía del compositor judío alemán Felix Mendelssohn.
Los judíos incluso se veían obligados a comprar vajillas que eran fabricadas por la empresa del monarca al momento de su boda. Esto era lo equivalente a un impuesto por el derecho de contraer matrimonio, pero era llamado el “regalo real”.
Quizá siguen existiendo impuestos injustos y difíciles de esquivar, a nadie nos gusta donar parte de nuestras ganancias al fisco, pero quizás en luz de algo de perspectiva histórica, pagar la tenencia o el IETU ya no se ve tan alarmante.