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Contragolpe petrolero

Las pláticas de Doha, que reunieron a miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y a otros productores como Rusia, generaron expectativas optimistas en un mercado en el que el año pasado el precio del petróleo registró su peor caída interanual desde finales del siglo XIX. 

En la reunión se pretendía llegar a un acuerdo para congelar los niveles de producción y establecer un soporte a los precios del crudo por encima de los 40 dólares.

100,000
barriles de petróleo diarios es el incremento de la producción de Rusia pronosticado para este año, justo después de que no se llegó a ningún acuerdo
Si Arabia Saudita y Rusia entran en una dinámica de incremento en su producción, el precio del petróleo perdería las ganancias que ha obtenido este año
“Recortar producción (petrolera) de bajo costo para subsidiar oferta de mayores costos sólo retrasa un ajuste de cuentas inevitable”
Ali bin Ibrahim al-NaimiMinistro de Petróleo de Arabia Saudita
“Algunos miembros de la OPEP decidieron cambiar sus términos de último momento (…) ¿Cómo puede ser Irán la razón del fracaso de las negociaciones si ni siquiera estaba aquí?” 
Alexander NovakMinistro de Energía de Rusia

Las pláticas de Doha, que reunieron a miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y a otros productores como Rusia, generaron expectativas optimistas en un mercado en el que el año pasado el precio del petróleo registró su peor caída interanual desde finales del siglo XIX. 

En la reunión se pretendía llegar a un acuerdo para congelar los niveles de producción y establecer un soporte a los precios del crudo por encima de los 40 dólares.

Después de más de doce horas de negociaciones, el domingo se anunció que las pláticas de Doha concluirían sin acuerdo alguno. El precio del petróleo cayó 7 por ciento antes de que los mercados iniciaran la jornada del lunes.

No obstante, el fracaso de Doha es el menor de los problemas para un mercado petrolero en el que la débil demanda global no ha podido empatarse con el exceso de oferta que prevalece desde la segunda mitad del 2014.

 Fracaso y respuesta

Rusia, uno de los principales promotores del acuerdo de congelamiento de producción, mostró su inconformidad inmediatamente. El Ministerio de Energía ruso anunció que el pronóstico de producción de petróleo nacional se elevó a 10.815 millones de barriles diarios, un aumento de 100 mil barriles diarios en relación al nivel actual. 

En referencia al cambio de pronóstico, Kirill Molodstov, viceministro de Energía de Rusia, dijo: “¿Y por qué no? Es posible”.

Esto coincide con las declaraciones recientes del príncipe Mohammed bin Salman de Arabia Saudita en las que aseguró que su país está listo para elevar la producción en un millón de barriles diarios “si así lo quisieran”.

Mohammed bin Salman, comúnmente referido como el número dos del régimen saudita, también dijo que la producción petrolera de Arabia Saudita podría pasar de 10.5 millones de barriles diarios a 12.5 millones de barriles en máximo nueve meses: “No sugiero que debamos producir más, pero sí lo podemos hacer. Podemos producir hasta 20 millones de barriles diarios si invirtiéramos en nuestra capacidad de producción”.

Dejando fuera a Estados Unidos, cuyo modelo energético depende en gran medida de los productores independientes de petróleo shale, Arabia Saudita y Rusia son los dos mayores productores de crudo en el mundo. En conjunto, ambos países representan alrededor de un quinto de la oferta mundial de petróleo.

En caso de que Arabia Saudita y Rusia entren en una dinámica de crecimiento de la producción, el precio del petróleo perdería las ganancias que ha obtenido este año después de tocar su nivel más bajo en doce años en febrero de 2016.

Esto tendría consecuencias catastróficas para el sector petrolero mexicano, el cual no sólo se enfrenta a una coyuntura global de bajos precios, si no que en la última década su producción de crudo ha decrecido en alrededor de un millón de barriles diarios y sus reservas probadas de hidrocarburos registraron una caída interanual de 22 por ciento este año.

Factor iraní

 El fracaso de las pláticas de Doha se atribuye a un solo factor: la ausencia de Irán en las negociaciones. Desde antes del fin de semana de Doha, Bijan Zanganeh, ministro de Petróleo iraní, dejó en claro la postura de su gobierno al decir que no se impondrían sanciones a sí mismos al limitar su regreso a los mercados.

Tras lograr un acuerdo con las principales potencias globales respecto a su programa nuclear, le fueron retiradas a Irán una serie de sanciones económicas entre las que se incluía su exclusión del mercado petrolero. Su Ministerio de Petróleo ha dicho que el país pretende alcanzar una producción de 4 millones de barriles diarios en el 2017, lo que implicaría un incremento de 800 mil barriles diarios en relación a su nivel actual.

La rapidez con la que Irán ha regresado al sector petrolero (tan sólo el mes pasado aumentaron su producción en 600 mil barriles diarios) sonó las alarmas en Arabia Saudita, rival geopolítico de Irán y su competencia directa en el mercado de crudo.

La insistencia de Rusia de alcanzar un acuerdo se topó con la posición de Arabia Saudita de que el congelamiento de la producción estaba supeditado a que todos los miembros de la OPEP, particularmente Irán, se alinearan a las cuotas impuestas en las pláticas de Doha.

Después del anuncio del fracaso de las pláticas de Doha, Alexander Novak, ministro de Energía de Rusia, no descartó una futura cooperación de Rusia con la OPEP en la siguiente reunión del cártel que se celebrará el 2 de junio.

Sin embargo, mientras se mantenga el status quo, un acuerdo estará fuera de cualquier posibilidad. Para Wood Mackenzie, esto sólo sería posible a partir de un cambio drástico en las condiciones de mercado.

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