La noche más importante en Hollywood comienza a perder brillo. El año pasado, la ceremonia de premiación de los Oscar atrajo a un promedio de 26.5 millones de espectadores, cifra sólida, pero la más baja en su historia.
Este descalabro significó para la Academia una caída de casi 20 por ciento en contraste con la transmisión de 2017, que reunió a 33 millones de personas frente a sus pantallas.
La baja en la audiencia se atribuye a diferentes factores. Por principio, que la última edición se extendió casi cuatro horas y la fragmentación televisiva también se ha convertido en un yunque para la estatuilla dorada, ya que millones de usuarios prefieren disfrutar del evento en redes sociales, como Twitter donde pueden interactuar en tiempo real con otros cibernautas.
Además, los movimientos contra el acoso sexual #MeToo (#YoTambién) y Time’s Up (El tiempo se acabó) sacudieron a la industria cinematográfica al evidenciar una situación que persiste desde hace años.
Ángel Méndez, especialista de la Facultad de Negocios de la Universidad La Salle, considera importante separar el negocio del séptimo arte de la entrega de los galardones, pues la mala racha que viven los premios no se replica en el sector.
Los premios son una guía para que los espectadores conozcan las tendencias
La industria cinematográfica estadounidense generó 43 mil 400 millones de dólares en ingresos durante 2017, con un incremento a tasa anualizada de solo 2.2 por ciento, según un informe de la firma de investigación IBISWorld.
“Anteriormente la ceremonia del Oscar era sinónimo de glamour y por eso llamó la atención porque generaba expectativa y la Academia supo lucrar con los derechos de transmisión y venta de publicidad, pero con el paso del tiempo se ha convertido en un espectáculo mediático que ya no despierta el mismo interés, sobre todo, en las nuevas generaciones”, agrega el académico de La Salle.
Recuperar audiencias
En un intento por incrementar el número de televidentes, los organizadores del evento invitaron a 11 celebridades de diferentes industrias para que presenten las ocho cintas nominadas en la categoría a Mejor Película.
La tenista Serena Williams, el actor mexicano Diego Luna, la cantante Barbra Streisand, la actriz Queen Latifah y el chef español José Andrés son algunas de las personalidades que se darán cita el próximo domingo en el Dolby Theatre anteriormente conocido como Kodak Theatre.
Otro de los momentos con los que se busca atraer más espectadores en la edición 91 del galardón es la presentación de la banda de rock Queen, así como de la cantante Lady Gaga, quien está nominada en la categoría a Mejor Actriz.
La doctora en comunicación audiovisual Sonia Herrera considera que esta medida es consecuencia de la misma mercantilización que ha convertido al evento en un producto mediático y por lo tanto no puede dejar de ser rentable.
“En una época en la que vivimos inmersos en la inmediatez no sé qué valor tiene seguir reproduciendo un modelo que lleva más de 100 años de existir”, dice la especialista de cine al otro lado de la línea telefónica desde España.
Herrera detalla que no todo es negativo con los premios Oscar, ya que no sólo funcionan como una guía para que los espectadores conozcan las tendencias que se están moviendo dentro de la industria, sino que es una buena forma de medir los cambios políticos. Pero mantiene sus reservas, ya que este tipo de ceremonias fomentan las costumbres tradicionales.
Máquina de dinero… con escándalos
Por mucho, la ceremonia de la entrega de la estatuilla dorada se lleva el primer lugar al momento de comparar sus ingresos por publicidad con los Grammy y los Globos de Oro, principales programas televisivos que ocurren en la misma temporada.
“Los anuncios en los Oscar son significativamente más costosos y generan más ingresos que sus rivales, porque a los patrocinadores les importa que las audiencias se mantengan cautivas con comerciales atractivos”, refiere Ángel Méndez.
En 2017, el precio promedio de un espacio al aire durante 30 segundos en los premios de la Academia fue de 1.91 millones de dólares, cifra que representó un aumento de 11 por ciento en contraste con el año anterior, de acuerdo con Kantar Media.
Para 2018, el precio promedio de un anuncio de medio minuto superó los 2 millones de dólares, esto se atribuye a que, a pesar de que la audiencia del evento ha disminuido, aún tiene una exposición importante.
Dentro de los engranes de los Oscar hay un tornillo que sacudió a la maquinaria el año pasado: los movimientos #MeToo y Time’s Up, que fueron creados por mujeres de la industria quienes motivadas por la indignación levantaron la voz bajo una misma consigna.
Sonia Herrera explica que ambos movimientos sentaron un precedente, ya que se demostró que cuando salen a la luz escándalos que involucran la reputación de la industria, algunos de sus integrantes hacen más difícil que caigan los responsables.
“Cuando se destapan las miserias en ‘La fábrica de los sueños’, los involucrados se vuelven terrenales y eso está bien por que es importante que sepamos cuándo un ídolo tiene que dejar de serlo”.