La presidencia que no fue
La agenda del presidente Donald Trump se ha topado con las realidades del sistema democrático estadounidense. Las promesas de una reforma fiscal de corte expansivo, de una política de repatriación de capitales y de un programa de gasto en infraestructura de un billón de dólares quedan en vilo.
Lourdes González
La agenda del presidente Donald Trump se ha topado con las realidades del sistema democrático estadounidense. Las promesas de una reforma fiscal de corte expansivo, de una política de repatriación de capitales y de un programa de gasto en infraestructura de un billón de dólares quedan en vilo.
La plataforma económica de esta administración encuentra obstáculos, incluso, al interior del Partido Republicano. Mitch McConnell, líder de mayoría en el Senado, aseguró que el plan de infraestructura prometido por el presidente “no es prioritario”. La bancada republicana, tradicionalmente inclinada hacia políticas de disciplina fiscal, argumenta que esta política operaría en detrimento de un déficit presupuestario que se conjuga con un nivel de deuda pública no visto desde la Segunda Guerra Mundial.
Sobre el particular, un reporte del equipo de renta fija de Goldman Sachs detalló que esperaría un crecimiento más robusto para la economía estadounidense si la administración de Trump logra progresar en la aprobación de una reforma fiscal integral. No obstante, el documento detalla: “no esperamos que se registre el impacto de ninguna política regulatoria o fiscal pro crecimiento antes de 2018, estamos vigilando cualquier avance en política exterior y comercial que pudiera desestabilizar la previsión para el largo plazo”.
Además, el reporte del Banco Mundial, “Perspectivas Económicas Globales, que publicó la semana pasada, ajustó a la baja la previsión de crecimiento para Estados Unidos en 2017, a 2.1 por ciento desde 2.2 por ciento. Para 2018 la ubicó en 2.2 por ciento.
En el informe destacó que la nueva administración en Estados Unidos sugiere grandes cambios fiscales, comerciales y migratorios que podrían afectar la inversión y la toma de decisiones de las compañías, así como el capital y remesas dirigidos a mercados emergentes.
Incluso sin cambios concretos, la incertidumbre podría afectar las perspectivas para la economía estadounidense y de sus principales socios comerciales, refirió el organismo.
Pesos y contrapesos
El economista Jonathan Heath, declaró a Reporte Índigo, que Trump no ha podido cumplir mucho de lo que prometió.
“No es tan fácil, pensó que iba a llegar como un empresario y simplemente gira órdenenes, pero encontró que no, que está en un sistema democrático, y si quiere gastar lo tiene que aprobar un Congreso”, indicó.
También si se va por las órdenes ejecutivas, igual están las cortes para decidir sobre lo que es correcto o no.
“Se encontró (Trump) con toda una serie de pesos y contrapesos que él simplemente nunca había tomado en cuenta y mucho de lo que proponía no quedaba claro de cómo se iba a financiar, mucho se ha echado para atrás”, explicó.
Los mercados financieros se dieron cuenta que habían sobrerreaccionado con la expectativa de que podría sacar adelante las iniciativas.
Debido a eso, opinó que espera más de lo mismo para la economía estadounidense, es decir que descartó un crecimiento por arriba de lo que ha registrado.
“Las últimas encuestas tienen un consenso arriba de 2 por ciento en 2017, yo lo vería por ahí, (un poco) arriba de 2 por ciento”, refirió.
El pronóstico económico para Estados Unidos se ubicó en 2.5 por ciento, pero se ha debilitado y ahora está más cercano a 2 por ciento, expuso.
Por otro lado, dijo que todo lo negativo de Trump y lo que prometió hacer en contra de México, prácticamente no ha hecho nada; tampoco está claro que lo pueda hacer, de tal manera que el sentimiento pesimista de inicio de año poco a poco gravita a una expectativa más cerca de lo normal.