“Cuanto más veo a Donald Trump moverse hacia el conflicto, en vez de moverse hacia la cooperación, más me preocupa el daño que pueda ocasionar a la presidencia y al efecto que esto pudiera tener en la mayoría de nosotros”.
Éstas no son las palabras de un disidente de la administración de Donald Trump o de algún líder de la oposición. Son las palabras de Ray Dalio, el fundador y presidente de Bridgewater Associates, un fondo de cobertura que administra 161 mil millones de dólares en activos.
La crítica refleja un sentimiento de insatisfacción que se vuelve cada vez más generalizado entre la clase empresarial estadounidense.
Luego de que el presidente Trump ordenó la salida de Estados Unidos del acuerdo climático de París, Bob Iger, director de Disney, y Elon Musk, director de Tesla, anunciaron su renuncia al consejo empresarial que asesora a la Casa Blanca.
Sin embargo, más allá de las implicaciones políticas o de relaciones públicas de esta decisión, el consenso de analistas argumenta que el mercado está poniendo en tela de juicio la capacidad de esta administración para promover una agenda pro crecimiento. Las expectativas que generaron las promesas de un mayor gasto en infraestructura, de una política de desregulación a gran escala y de un recorte significativo de impuestos comienzan a desvanecerse gradualmente.
Esta semana, los bonos del Tesoro a 10 años registraron su menor tasa de rendimiento (2.13 por ciento) en el periodo posterior a la elección presidencial estadounidense de noviembre del año pasado. El índice DXY, que mide el comportamiento del dólar frente a una canasta ponderada de divisas extranjeras, ha caído 5.5 por ciento, en lo que va del año. El dólar se encuentra en su punto más bajo desde octubre del 2016.
Crece la presión
La administración de Donald Trump se ha caracterizado por mantener una narrativa constante de conflicto político que se conjuga con la parálisis legislativa a la que se ha enfrentado la agenda económica del presidente.
La Mesa Redonda de Negocios, un grupo de cabildeo que representa los intereses corporativos en Estados Unidos, está consciente de que la incapacidad de la administración de Trump para ganar acceso en el Congreso es un riesgo para la economía estadounidense. Joshua Bolten, su director, ha dicho que se mantienen confiados respecto a las perspectivas económicas bajo la presidencia de Trump, pero que éstas dependen en gran medida de las reformas tributarias que incluyen amplios recortes de impuestos.
Este posicionamiento fue secundado por Jamie Dimon, presidente de JP Morgan y miembro del consejo empresarial que asesora al presidente Trump.
La presión que ejerce la Mesa Redonda de Negocios, referida como uno de los grupos de interés de mayor influencia en Washington, es la muestra más reciente del escepticismo que rodea al proyecto económico del presidente Trump.
Andrew Bremer, director de renta fija en la firma de inversión National Alliance, dijo al diario Financial Times que “las probabilidades de una legislación integral se reducen día a día”.
La disolución del capital político de la administración de Donald Trump contrasta con las brillantes expectativas que el mercado le asignó a su presidencia: en el periodo de transición presidencial, el índice del dólar DXY creció 3.07 por ciento, el índice accionario S&P 500 subió 6.16 por ciento y el rendimiento de los bonos del Tesoro a 10 años creció en 0.64 puntos porcentuales, reflejando la confianza en las promesas de expansión económica de Trump.
Corrección en el mercado
El cambio de percepción respecto a la administración de Donald Trump podría significar el preludio de una fuerte corrección en el mercado.
El administrador de fondos Bill Gross, fundador de la firma PIMCO y una de las figuras más influyentes de la industria financiera, sostiene que el riesgo de mercado se encuentra en su punto más alto: “En vez de comprar barato y vender caro, se está comprando caro y se están cruzando los dedos esperando un milagro”.
El llamado “efecto Trump” en los mercados es evidente.
La expectativa de que se implementaría una política fiscal expansiva rompió con el “estancamiento secular” del periodo posterior a la crisis, periodo en el que la política monetaria fungió como único mecanismo de recuperación.
El mismo Ray Dalio quien fue uno de los promotores de más alto perfil de Donald Trump durante la campaña, argumentó el año pasado que el gobierno del nuevo presidente prometía desencadenar los “espíritus animales” del mercado, en gran medida porque su gabinete estaba compuesto de hombres de negocios con un perfil pragmático.
En ese sentido, el cambio de discurso del fundador de Bridgewater deja ver la realidad del proyecto económico de Trump: el gobierno de los empresarios pragmáticos se convirtió en el gobierno de los intereses cruzados.
La dinámica de la política económica de este gobierno se explica por el balance de poder entre dos grupos opuestos al interior de la Casa Blanca: el del nacionalismo económico y el del status quo de libre comercio y globalización.
En resumen, Trump y su proyecto económico le son fieles a su único rasgo evidente: ser impredecibles.
Ilusión pasajera
El ‘efecto Trump’ en los mercados financieros parece tener fecha de expiración
>> -5.5%
Ha caído en lo que va del 2017 el índice DXY, que mide el valor del dólar
>> 2.13%
Es el rendimiento de los bonos del Tesoro a 10 años, el menor nivel en el periodo posterior a las elecciones estadounidenses de noviembre