Las mentiras de Trump
La visita a México de Donald Trump, el candidato del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos, dejó un velo de incertidumbre sobre el futuro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Rodrigo Carbajal
La visita a México de Donald Trump, el candidato del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos, dejó un velo de incertidumbre sobre el futuro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
En la sesión de preguntas y respuestas que sucedió a la reunión entre el presidente Enrique Peña Nieto y Trump, el candidato republicano refirió que ambos estaban de acuerdo en la necesidad de actualizar el TLCAN. No se hicieron más aclaraciones al respecto.
Sin embargo, detrás del supuesto consenso están dos posturas completamente encontradas.
Mientras que el TLCAN se encuentra al centro del modelo de crecimiento y desarrollo de México,
dicho acuerdo se ha convertido en el principal objeto de crítica de la campaña económica de Donald Trump.
El candidato republicano ha prometido renegociar el TLCAN e imponer una tarifa arancelaria de 35 por ciento a las importaciones mexicanas. Desde su óptica, el tratado ha beneficiado mucho más a México que a Estados Unidos, lo que se traduce en una pérdida “tremenda” de empleos estadounidenses.
“Debemos tomar acción para hacer frente a esta tremenda pérdida de empleos que salen de nuestro país”, dijo después de la reunión con el presidente de México.
La percepción de Trump representa una verdad a medias. Existe un consenso generalizado de que el TLCAN es el marco jurídico responsable de hacer de América del Norte la región más competitiva del mundo.
La eliminación de aranceles y tarifas, así como el establecimiento de derechos de propiedad estandarizados se conjugaron con la ventaja geográfica de la región, lo que permitió el desarrollo de cadenas productivas integradas a lo largo de los tres países: México, Estados Unidos y Canadá.
La postura proteccionista de Trump también se ha vuelto evidente en su abierto rechazo al Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés), el mayor tratado comercial del mundo que incluye a 12 países que representan el 40 por ciento de la economía global.
Paradójicamente, el discurso oficial del gabinete económico del gobierno de Peña Nieto considera que el TPP significa la actualización del TLCAN. Esta postura opera en dirección contraria al sentido de actualización del TLCAN que propugna Trump, lo cual implicaría un retroceso a la liberalización comercial de la región.
Lo que dicen los datos duros
El principal argumento de Donald Trump para renegociar el TLCAN se basa en la premisa de que el tratado implica una pérdida relevante de empleos en Estados Unidos.
Un estudio del 2014 de los académicos Gary Hufbauer, Cathleen Cimino y Tyler Moran, todos miembros del Instituto Peterson de Estudios Económicos Internacionales (PIIE por sus siglas en inglés), muestra que la premisa de Trump es exagerada.
Los académicos estiman que anualmente se pierden alrededor de 203 mil empleos en Estados
Unidos por efecto del TLCAN. Pero, se refiere que el tratado genera cerca de 188 mil empleos estadounidenses cada año. Esto hace sentido, considerando que el 40 por ciento del contenido de las exportaciones mexicanas a Estados Unidos provienen de ese país. Se estima que, en promedio, un producto de exportación debe cruzar la frontera entre México y Estados Unidos ocho veces antes de llegar al consumidor final.
Al final, el déficit neto para la economía estadounidense es de 15 mil trabajos perdidos cada año.
Esto representa una fracción mínima del mercado laboral de Estados Unidos. Tan sólo en julio, se crearon 255 mil nuevos empleos en la economía estadounidense, de acuerdo a cifras oficiales.
Por otra parte, el estudio del PIIE concluye que los 188 mil empleos creados a partir del TLCAN tienen una remuneración superior de entre 15 por ciento y 20 por ciento frente a los empleos perdidos.
En términos netos, Hufbauer, Cimino y Moran calculan que el beneficio obtenido por la economía de Estados Unidos a raíz del TLCAN es de 450 mil dólares por cada empleo perdido. Los beneficios, argumentan, se traducen en incrementos a la productividad, mayores salarios y precios más bajos en los bienes disponibles para los consumidores. Este último concepto es considerado por el grueso de los economistas como una de las pocas tendencias que opera en contra de la desigualdad de ingreso.
En ese sentido, el estudio proyecta que 14 millones de empleos estadounidenses dependen del comercio con México y Canadá.
Legado que sentó precedente
María de los Ángeles Villarreal e Ian Ferguson, dos especialistas en comercio internacional comisionados por el Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos para evaluar los efectos del TLCAN, concluyen que el impacto neto del acuerdo es difícil de evaluar debido a que el comercio y la inversión responden a diferentes variables.
No obstante, aseguran que el TLCAN aceleró la liberalización de la región y significó un parteaguas de política comercial que funcionó como base de futuros acuerdos multilaterales de Estados Unidos.
El Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos (CFR por sus siglas en inglés) considera que el TLCAN ha retribuido una integración sin precedentes para la región, que incluye a una economía en desarrollo y a dos economías desarrolladas.
De manera paradójica, el TLCAN también ha cambiado el curso de la migración, otro asunto central en la agenda de Donald Trump. El acuerdo se diseñó, en parte, para desincentivar la migración laboral de los trabajadores mexicanos a Estados Unidos. En su momento, el ex presidente Carlos
Salinas de Gortari dijo que México quería “exportar bienes, no personas.”
En el 2007, el flujo migratorio hacia Estados Unidos alcanzó su pico y comenzó a revertirse.
Pareciera que los seguidores de Trump tienen mucho que agradecer al TLCAN.
El candidato republicano ha prometido renegociar el TLCAN e imponer una tarifa arancelaria de 35 por ciento a las importaciones mexicanas