El nivel de inflación reportado en México choca con la realidad. Difícilmente un mexicano se identifica con un nivel de 4 por ciento anual a marzo de 2012.
No ocurre ésto porque se mida de manera incorrecta, sino porque los patrones de consumo de la gente son tan diferentes que es imposible identificarlos individualmente.
El INPC tiene que cubrir un rango exhaustivo de productos con tal de representar el valor del consumo a lo largo del país en la manera más real. Sin embargo, es tan amplio este rango que ningún consumidor identifica su consumo personal con el índice. De esta manera la inflación reportada con el Banco de México es un tanto irreal en el plano del hogar.
Un problema que se deriva de esto es el intento de tomar decisiones de consumo personal con un dato nacional. Es decir, la gente no debería tomar la cifra alrededor del 4 por ciento para modificar sus decisiones de consumo.
Comúnmente se oyen quejas del encarecimiento de productos como la gasolina, el cine, las colegiaturas, restaurantes. Si el ingreso de cierta persona se destina principalmente a bienes y servicios como éstos, entonces en realidad su vida se ha vuelto más cara que el nivel de inflación. No habría problema si el poder adquisitivo de la gente subiera de la misma manera.
Uno de los problemas más graves de la inflación es la distorsión de precios. El número de la inflación a final de cuentas es un promedio del valor de todos los bienes. Entre más diferencia haya entre los precios particulares y este promedio, mayor es el peligro de afectar el poder adquisitivo de la gente (para bien y para mal).
Es por esto que aparte de buscar tener una inflación controlada, es importante buscar reducir la diferencia en el cambio de precios en diferentes sectores. Ejemplifiquemos con dos empresarios: El primero tiene una taquería pequeña, el segundo, una vulcanizadora. El ingreso de ambos depende totalmente de sus negocios. Ambos se han esforzado por sacar adelante sus microempresas.
Ahora supongamos que el precio de la tortilla ha aumentado exponencialmente y la gasolina se ha abaratado (sigamos deseándolo). Debido a la caída de precios de la gasolina la gente usa más el carro, lo que termina por beneficiar al dueño de la vulcanizadora debido al desgaste de las llantas; por el contrario, la subida de precios de la tortilla resulta en el incremento de costos del taquero, quien se ve obligado a subir los precios y ha tenido pérdidas altas.
Ninguno de los dos es capaz de controlar lo que pasa con el precio de la tortilla o de la gasolina, sin embargo estos son factores que controlan las empresas de manera radical. El estar expuesto a un ambiente donde haya fuertes cambios de precios es muy riesgoso, sobre todo para empresarios pequeños que dependen de pocos productos para sus ventas.
Es importante notar que hay diferentes categorías de la inflación en busca de ser un poco más representativa para los distintos propósitos. La INEGI da la opción de acceso a la inflación desagregada en diferentes rubros.
Por producto, descomponiéndolo en ocho categorías; 1.Alimentos bebidas y tabacos, 2. Ropa, calzado y accesorios, 3. Vivienda, 4. Muebles, aparatos y accesorios domésticos, 5. Salud y cuidado personal, 6. Transporte, 7. Educación y esparcimiento y 8. Otros servicios. El otro rubro lo descompone por las principales ciudades del país.
El desagregado por productos tiene sentido ya que en conjunto son la principal fuente de consumo de cualquier ciudadano. Sin embargo, el problema sigue existiendo. Es incomparable la inflación entre una persona que compra un pantalón de mezclilla en un mercado popular a alguien que lo haga en un centro comercial de alto costo.
Da un vistazo al tema en el Banco de México