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Las autoridades reguladoras en México dependen de entidades extranjeras para hacer su trabajo. Esto es lo que sugiere la pasividad con la que actúa la Comisión Nacional Bancaria de Valores (CNBV) en el reciente caso de presunto fraude realizado por Banamex.
El banco mexicano, filial del grupo Citigroup con sede en Nueva York, es objeto de una investigación por sus lazos con Oceanografía.
El viernes pasado Citigroup anunció que existían más de 400 millones de dólares en préstamos incobrables otorgados por Banamex a Oceanografía, operaciones que la CNBV estuvo encargada de supervisar.
Sin embargo, en México se empezó a considerar después de que la noticia salió a la luz en Estados Unidos y que las autoridades de ese país abrieran una investigación a Citigroup.
El tamaño del fraude obliga a cuestionar una vez más el trabajo de supervisión que realiza la CNBV. El director ejecutivo de Citigroup, Michael Corbat, afirmó la semana pasada a través de un comunicado que la malas prácticas de su filial Banamex han reducido los ingresos del año pasado del grupo por 235 millones de dólares.
Banamex aprobó un crédito a corto plazo a Oceanografía por 585 millones de dólares mediante un programa de financiamiento de cuentas por cobrar.
El problema es que la mayor parte del préstamo fue respaldado en facturas falsificadas que Oceanografía supuestamente tenía con Pemex, su principal socio comercial.
Mientras que la empresa afirmaba que la paraestatal le debía alrededor de 7 mil 650 millones de pesos, la cifra verdadera rondaba los 2 mil 420 millones de pesos al 31 de diciembre del 2013.
Antes del anuncio oficial de Citigroup el viernes, la empresa llevaba más de una semana colaborando con las autoridades estadounidenses para encontrar a los culpables del fraude.
Pero las autoridades en México esperaron a que el asunto se convirtiera en noticia para que la CNBV avisara la apertura de la investigación.
La Comisión, que depende de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, tiene como objeto principal supervisar y regular este tipo de operaciones. De acuerdo a un comunicado de la misma secretaría, Banamex fue quien informó a la Comisión sobre el presunto fraude, además de la denuncia que realizaron junto con Pemex ante la Procuradoría General de la República.
Las autoridades mexicanas podrían inspirarse en las últimas palabras que Michael Corbat, CEO de Citigroup, da en su informe a los inversionistas sobre la intención de encontrar a los culpables del fraude.
“Todos (los que participaron de manera directa o indirecta) serán considerados igualmente responsables y nos aseguraremos de que el castigo envíe un mensaje muy claro acerca de las consecuencias de tales acciones”.
Ya había pasado antes
No es la primera vez que las autoridades mexicanas se han visto pasivas ante fraudes financieros que acaparan más la atención en gobiernos extranjeros.
El caso más conocido es el del banco HSBC, que el año pasado fue acusado en Estados Unidos por tolerar y solapar prácticas de lavado de dinero en México.
El caso fue controversial, hubo quienes incluso alegaron que el desvío de dinero ayudó a financiar operaciones terroristas en Medio Oriente.
De manera similar a Banamex, las autoridades norteamericanas fueron las primeras en exigir cuentas claras a HSBC, a quien también se le acusó de abrir más de 50 mil cuentas en dólares en un paraíso fiscal, en violación expresa de la legislación mexicana.
En aquella ocasión los comisionados de la CNBV declararon que sí había hecho su trabajo, ya que gran parte de la investigación realizada por Estados Unidos coincidía con las observaciones que durante años habían dado al banco.
Si bien las autoridades mexicanos impusieron varias sanciones a HSBC por diferentes razones, no fue hasta que los estadounidenses se involucraron en el caso que se dio a conocer la magnitud del problema que había persistido durante años.
La tendencia internacional de reforzar la regulación de las entidades financieras parece no llegar a México. La sensibilidad de esta industria y los posibles estragos que se ha visto que puede generar en el público debería ser un llamado de atención para el gobierno y un foco rojo de alerta para los ciudadanos.
Un negocio turbio
La credibilidad de Banamex, y por consecuencia Citigroup, han quedado en duda, será difícil reparar el daño hecho por sus negocios con Oceanografía.
El banco se ha deslindado del fraude y busca a los culpables, tanto en organización como en la empresa a la que le prestó dinero. Sin embargo, esto significa una gran incompetencia por parte de Banamex.
Así como lo señala el columnista de Reuters, Felix Salmon, Banamex debió realizar una mejor labor de revisión antes de otorgar un crédito tan grande. Pemex se ha caracterizado por ser una empresa con una gran poder de capital, pero que se tarda mucho en pagarle a sus proveedores y prestadores de servicios.
Es por esto que Oceanografía argumentó en su momento que el dinero derivado de sus cuentas por cobrar con Pemex era suficiente para cubrir los gastos de su crédito.
A pesar de esto, se espera que en un préstamo de 585 millones de dólares se realice una revisión a fondo sobre los activos reales de la empresa.
Las personas encargadas de esta revisión fueron extremadamente incompetentes o están coludidos con las personas que se beneficiaron del contrato.
Del mismo modo, destaca la escasa labor de los supervisores de riesgo que aparentemente no notaron nada sospechoso en un crédito tan grande respaldado únicamente en cuentas por cobrar.
Los ejecutivos de Banamex se creyeron el cuento de que la paraestatal le debía más de 500 millones de dólares solamente a un proveedor.