Ser la economía con la moneda más sobrevaluada es un distintivo que pocos quisieran tener.
Según diversos economistas, y el índice que se describe en el artículo principal de Indigonomics, Suiza se lleva este estandarte.
El franco suizo posee un estatus de refugio seguro en tiempos turbulentos.
Los inversionistas, afligidos por periodos de volatilidad en los mercados y una crisis europea que parecería no tener fin, encuentran tranquilidad en un país como Suiza, con políticas monetarias y fiscales responsables y cuya moneda no está atada al euro.
Esto ocasiona que haya más demanda por la moneda suiza y ello, a su vez, un incremento en su precio.
El problema con ser refugio es que el incremento en la moneda significa que se necesitan cada vez más dólares para poder comer dentro del país, por lo que los exportadores se ven en desventaja.
Comprar de los suizos productos farmacéuticos, relojes o maquinaria, sus exportaciones más importantes, se vuelve más caro para cualquier otra persona del mundo, afectando su competitividad.
Incluso el turismo sufre, pues con sólo cruzar la frontera, un turista, según el índice Big Mac, tendría que pagar hasta un 60% más por los mismos productos o servicios que en otros países europeos.
Además, la demanda por francos ocasiona que haya menos de éstos en circulación, lo que también puede provocar deflación, un problema con el que Japón sufrió muchos años.
En consecuencia, el banco central de Suiza, el SNB, ha anunciado fuertes medidas con la intención de detener la apreciación de su moneda. Entre ellas, se incluye el establecimiento de un tipo de cambio mínimo de 1.2 francos por euro.
El presidente de la institución, Thomas Jordan, explica que un tipo de cambio mínimo es una medida extrema que se debe introducir sólo en situaciones de sobrevaluación tan masiva.
No cabe duda que cuando se trata de mercados, incluso algo que pareciera bueno a primera vista puede provocar grandes daños.