No cabe duda que la industria energética está en crecimiento alrededor del mundo. Tan solo del 2000 a la fecha, la producción global de petróleo crudo aumentó casi 10 por ciento, sobre todo gracias a mayor extracción en Estados Unidos, Canadá y Rusia.
Considerando que se prevé que el consumo mundial de energía aumente 56 por ciento entre el 2010 y el 2040, a simple vista el aumento en producción parece una buena noticia.
Pero este aumento en las cifras oculta un hecho importante: la producción de petróleo convencional se ha estancado e incluso caído en muchos países.
La producción, en consecuencia, se ha visto sostenida a través de recursos no convencionales, como lo es el petróleo de lutitas o el petróleo de arenas bituminosas.
Esto preocupa porque, aunque el resultado final es el mismo, un barril de petróleo, la producción a partir de recursos no convencionales es mucho más costosa que la producción convencional, tanto en la inversión financiera requerida como en la energía que se gasta en la producción. En otras palabras, hay de barriles de petróleo a barriles de petróleo, en lo referente a costos.
El rendimiento energético
Para poder evaluar este fenómeno, se utiliza un indicador llamado la tasa de retorno energético (TRE), es decir la relación entre la energía utilizada en la producción de un recurso energético respecto a la energía que este recurso representa.
Si la TRE de un proyecto es menor a uno, se ha consumido más energía de la que se ha producido, lo cual no es ni rentable ni sustentable.
Mientras el petróleo se ha vuelto más escaso, se ha tenido que recurrir a recursos cada vez más difíciles de extraer. En consecuencia, la TRE alrededor del mundo ha caído.
Mientras que en los años 70 ésta era de entre 20 y 30 barriles de crudo producidos por cada barril de crudo invertido, actualmente es de aproximadamente 8-10 barriles por barril invertido. En el caso de los recursos no convencionales, la TRE es aun más baja, cayendo a una relación de entre 5-8.
Lo más preocupante es que la tendencia en la TRE global, gracias a los métodos de extracción, sigue en caída.
Thoma Chaize, un analista canadiense de la industria energética, indica que en 1960 la extracción petrolera en aguas profundas representaba el 10 por ciento de la producción global; hoy representa más del 30 por ciento.
Y esta extracción tiene que realizarse en profundidades cada vez mayores, que de cientos de metros hace 40 años ha pasado a varios kilómetros actualmente. Los costos, naturalmente, también han aumentado significativamente.