El diagnóstico de Pemex
Los problemas a los que se enfrenta Pemex son tan grandes que el Gobierno federal, a través de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), está considerando realizar una inyección de capital en la empresa productiva del Estado.
Esto difícilmente sorprende al considerar que al cierre de los tres primeros trimestres del 2015 Pemex reportó pérdidas netas de 352 mil millones de pesos, una cifra 139 por ciento más alta a las pérdidas registradas en el mismo periodo del 2014.
Rolando Hinojosa
Los problemas a los que se enfrenta Pemex son tan grandes que el Gobierno federal, a través de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), está considerando realizar una inyección de capital en la empresa productiva del Estado.
Esto difícilmente sorprende al considerar que al cierre de los tres primeros trimestres del 2015 Pemex reportó pérdidas netas de 352 mil millones de pesos, una cifra 139 por ciento más alta a las pérdidas registradas en el mismo periodo del 2014.
La intervención considerada por el Gobierno tampoco sorprende al considerar que las finanzas públicas siguen dependiendo significativamente de las ventas de crudo de Pemex. Aunque esta dependencia se ha reducido considerablemente en los últimos años, en 2015 los ingresos petroleros siguieron financiando un 20 por ciento del presupuesto federal.
El posible rescate gubernamental de Pemex, el cual está sujeto a la presentación de un plan administrativo que demuestre que la empresa puede sobrevivir por sí sola en el actual escenario de bajos precios de hidrocarburos, es sólo la más reciente muestra de la magnitud de los retos que tiene por delante la petrolera mexicana.
Algunos de los problemas de Pemex responden al entorno externo y están fuera de su control, como la reducción de 70 por ciento que ha causado en sus ingresos el declive de casi 75 por ciento que el precio de la Mezcla Mexicana de Exportación (MME) ha sufrido desde mediados del 2014.
Pero otros, como el pasivo laboral de más de 1.5 billones de pesos de la empresa o la tendencia negativa que ha borrado un tercio de su volumen de producción en la última década, son vistos por los expertos como síntomas de mala administración que lastiman la competitividad de la empresa en el peor momento posible – justo cuando por primera vez tendrá que lidiar con competencia doméstica por parte del sector privado.
Deuda alarmante
Una de las situaciones más preocupantes con las que Pemex tendrá que lidiar próximamente es el vencimiento de 11 mil 700 millones de dólares en deuda de corto plazo durante los próximos 12 meses.
Dado que se prevé que los precios petroleros se mantendrán estancados o caerán aún más durante ese periodo, el pago de estas obligaciones amenaza el perfil crediticio de la empresa.
Alimentando estas preocupaciones está el retraso que Pemex ha registrado en sus pagos a alrededor de 2 mil 500 de sus proveedores directos e indirectos, según estimaciones de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra).
Además de la mayor carga que representa dar servicio a su deuda con menores ingresos, Pemex se ve presionado por la depreciación de más de 42 por ciento que el peso ha sufrido frente al dólar en los últimos 18 meses.
Al cierre del tercer trimestre del 2015, la deuda financiera de Pemex rebasó un monto equivalente a los 87 mil millones de dólares, un monto más de 11 por ciento superior al registrado en 2014. Casi el 77 por ciento de esta deuda está denominada en moneda extranjera, por lo que el debilitamiento del peso encarece su pago en moneda nacional a pesar de que está contratada a tasa fija.
Competitividad no levanta
En un escenario en el cual las empresas privadas pronto comenzarán a operar en el sector energético, Pemex arrastra lastres que la vuelven poco competitiva ante sus pares.
Quizá el ejemplo más visible de esto es el pasivo laboral de la empresa, que el año pasado alcanzó un monto récord de 1.54 billones de pesos. Para lidiar con esto, Pemex ha recurrido a reformas en su régimen de pensiones (incrementando la edad de retiro y el plazo de trabajo requerido para obtener el 100 por ciento de la pensión) y a recortes de miles de empleos de su nómina.
Sin embargo estas medidas han resultado insuficientes, con más recortes puestos en consideración en el último mes, y no han logrado incrementar la productividad de la empresa, que registra una tendencia negativa en los últimos años.
Este escenario contrasta con el de las productoras de hidrocarburos de Estados Unidos, que han enfrentado la actual coyuntura de precios con incrementos de eficiencia que mantienen su producción en niveles récord.
De igual forma, la fuerte carga fiscal de Pemex, equivalente a más de un tercio de sus ventas, es vista por analistas como un obstáculo que le impide competir en igualdad de condiciones contra sus pares del sector privado. Esto a pesar de que la reforma fiscal redujo significativamente los impuestos que paga la empresa.