El eterno respaldo de la Fed
Los mercados accionarios se encuentran en uno de los periodos alcistas más largos en la historia. El consenso de analistas considera que esto se debe a que los bancos centrales han asumido un nuevo mandato implícito: garantizar la estabilidad financiera cueste lo que cueste
Rodrigo CarbajalLa economía global y los mercados financieros se han vuelto excesivamente dependientes de la política monetaria de los principales bancos centrales del mundo, particularmente de la Reserva Federal.
Yanis Varoufakis, el célebre exministro de Finanzas de Grecia, es una de las voces que ha sido más crítico con este nuevo status quo. Su argumento parte de que la condición de autonomía de estas instituciones es un impedimento para una rendición de cuentas democrática. Es decir, que las decisiones de política monetaria no necesariamente están sujetas al interés público.
Esta posición, secundada por algunos congresistas del ala más radical del Partido Republicano de Estados Unidos, se vuelve relevante de cara a dos fenómenos que son parte esencial de la economía global posterior a la crisis del 2008: la creciente brecha de desigualdad de ingreso y de riqueza al interior de los países industrializados, así como del alza constante en los mercados accionarios de las economías en desarrollo.
Desde el 2009, la tendencia del S&P 500, el principal índice del mercado de valores de Estados Unidos, ha sido de carácter ascendente. Krishna Memani, el director de inversión de la firma Oppenheimer, que administra 246 mil millones de dólares en activos, sostiene que no existen elementos para pensar que la tendencia alcista del precio de las acciones globales se detendrá en el 2018.
De acuerdo al consenso de analistas, esto se atribuye en gran medida a una política de laxitud monetaria de los bancos centrales que no tiene precedente en la historia reciente.
Esto se sustenta en la fuerte correlación que guardan el exceso de liquidez de la economía (una variable que se calcula a partir de la razón del dinero M2 y el PIB nominal) y el comportamiento del S&P 500 en los últimos 30 años. Resulta particularmente evidente cómo han crecido de manera compaginada estas dos variables en el periodo posterior al colapso de Lehman Brothers en septiembre de 2008.
Después de la crisis global de este año, la Reserva Federal, el Banco Central Europeo, el Banco de Japón y el Banco de Inglaterra lideraron un conjunto de políticas en el que se privilegió un escenario de tasas de interés de referencia en niveles cercanos a cero y la inyección de liquidez al sistema financiero mediante programas heterodoxos de compras de activos.
La hoja de balance de la Reserva Federal pasó de 860 mil millones de dólares en agosto de 2007 a 4.4 billones de dólares en agosto de 2017, lo que pone de relieve la magnitud con la que los bancos centrales inundaron de liquidez a los mercados.
La Reserva Federal y la desigualdad
Es aquí donde entra el argumento de Varoufakis. El efecto de esta política coincide con un periodo en el que la desigualdad de riqueza se ha deteriorado, de acuerdo a un análisis del economista Gabriel Zucman, de la Universidad de California Berkeley.
La política monetaria ha sido el principal instrumento de reacción a la crisis y los mercados accionarios han sido los principales beneficiarios de estas medidas. Como lo refieren Mohamed El-Erian, asesor económico en jefe de Allianz, y Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, “sólo ha existido un solo juego en la ciudad”.
En ese sentido, es relevante hacer un análisis a grandes rasgos de la economía política de esta nueva normalidad. Datos de un estudio reciente del economista Edward Wolff, que fue publicado por el Buró Nacional de Investiación Económica de Estados Unidos muestran que el 10 por ciento de la población con mayores ingresos en ese país detenta el 84 por ciento de las acciones en circulación.
El principal objetivo de la inyección de liquidez de los bancos centrales es el de crear un efecto riqueza que en última instancia derive en mayores salarios y mayor inversión en capital. No obstante, no existe evidencia empírica suficiente para probar que esto ha sucedido. En cambio, existe evidencia que respalda la percepción de que el exceso de liquidez ha sido utilizado por la compañías para realizar recompras de acciones, que a su vez estimulan el ciclo alcista del mercado accionario.
Un análisis de Credit Suisse revela que, desde el 2009, las corporaciones no financieras han sido los principales operadores de la compra y venta de acciones en Estados Unidos, por encima de los inversionistas privados, las instituciones de administración de activos y los inversionistas externos. En pocas palabras, podría inferirse que el exceso de liquidez del efecto riqueza ha sido utilizado en mayor medida para ofrecer beneficios directos a los tenedores del capital y no para su aplicación en la economía real.
El tercer mandato de la Reserva Federal
La ley estadounidense estipula que la Reserva Federal tiene un mandato dual: mantener la estabilidad de precios y asegurar un nivel de pleno empleo. Esto quiere decir que el banco central estadounidense toma sus decisiones de política monetaria en mayor medida a partir de datos de la economía real, notablemente el dato de la inflación. Entonces, esto sugiere que los inversionistas del mercado de bonos también toman como referencia estas mismas variables de la economía real.
No obstante, existe una creciente percepción en el mercado de que la Reserva Federal está siendo influenciada en mayor grado por el que es referido como su tercer mandato implícito: la estabilidad de los mercados financieros. Los inversionistas argumentan que la estabilidad del mercado accionario se ha vuelto una prioridad de la política monetaria. La prueba que ofrecen quienes entablan este argumento es que el nivel de correlación entre el S&P 500 y los bonos del Tesoro a 5 años en los últimos 90 días es de 0.95, un movimiento simultáneo casi perfecto.
Michael Sedacca, analista de RareView Capital, refiere: “Lo que esto quiere decir es que las tasas de interés, y por extensión la política de la Reserva Federal, está conducida por las condiciones financieras, no por la inflación”.
En ese sentido, es lógico decir que la Reserva Federal sigue al mercado y el Banco de México sigue a la Reserva Federal. Ayer, en línea con lo anunciado por la institución estadounidense, el banco central mexicano elevó su tasa de interés de referencia por quinta ocasión en el año.