https://www.youtube.com/watch?v=RktO1PvDbYs&feature=youtu.be
Después de una caída de más de 55 por ciento de junio a la fecha, los precios petroleros parecen estarse estabilizando en su nivel más bajo desde el 2009, dándole un descanso a los mercados financieros después de una serie de jornadas negativas.
Tanto el Brent como el West Texas Intermediate, los dos precios de referencia internacional, se encuentran rondando los 50 dólares por barril, mientras que la Mezcla Mexicana se cotiza en aproximadamente 40 dólares por barril.
Pero factores tanto por el lado de la oferta como de la demanda hacen pensar a los expertos que los precios podrían caer aún más durante la primera mitad de este año, antes de comenzar a recuperarse durante el tercer trimestre.
Por el lado de la oferta, se estima que la producción petrolera global siga aumentando durante la primera mitad del año, antes de que los precios bajos obliguen a los productores con mayores costos a frenar sus operaciones. En lo que corresponde a la demanda, no se prevé que el crecimiento económico se levante lo suficiente como para alzar los precios.
En entrevista con Bloomberg, Ivan Szpakowski, estratega de commodities en Citigroup, indicó que “para el 2015 tenemos un pronóstico promedio de 63 dólares (por barril), pero en el corto plazo tenemos mayor presión empujando al mercado (hacia abajo).”
Por su parte, Andrew J. Hall, fundador y director de Astenbeck Capital Management, estima que precios de referencia de alrededor de 40 dólares por barril deberían ser el “precio mínimo absoluto”.
Esto podría representar un problema para los países exportadores de petróleo de Latinoamérica, como México, Brasil o Venezuela, que necesitan precios más altos tanto para balancear sus finanzas públicas como para atraer inversión que impulse su crecimiento económico.
Finanzas negras
Para México, donde el crudo sigue siendo el más valioso producto de exportación, los ingresos petroleros representan un tercio del presupuesto federal.
Dado que en el presupuesto aprobado para este año se contempla un precio promedio de 79 dólares por barril, la permanencia de precios significativamente por debajo de esta cifra amenazaría la salud fiscal del país.
Para combatir esto, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) invirtió 10 mil 467 millones de pesos en coberturas para asegurar el precio de 228 millones de barriles de crudo a un nivel de 76.4 dólares.
La diferencia entre este precio y los 79 dólares por barril presupuestados en el Congreso será cubierta por el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios.
Pero a pesar de que la SHCP asegura que el 100 por ciento de los ingresos petroleros se encuentra asegurado, un análisis del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) indica lo contrario.
De acuerdo con el CIEP, si los precios se mantienen significativamente por debajo de los 79 dólares por barril durante el 2015, las coberturas serán insuficientes para asegurar el nivel de ingresos petroleros marcado por la ley.
Inversiones crudas
Además de las finanzas públicas, la caída petrolera también pone en riesgo las inversiones asociadas a la reforma energética, que son vistas como la pieza clave para impulsar el crecimiento económico del país durante el 2015 y los próximos años.
La mayoría de los yacimientos que se licitarán a la inversión privada en México no tienen costos extractivos tan altos como los que hay en el resto de Norteamérica (por ejemplo los hidrocarburos shale en Estados Unidos o las arenas bituminosas en Canadá).
Sin embargo, los precios bajos volverían estos proyectos menos atractivos y reducirían la inversión y el crecimiento.
El declive de los precios petroleros también traerá beneficios para el país en otras áreas. La empresa de análisis Oxford Economics reporta que si el precio promedio del petróleo durante el 2015 es de 40 dólares por barril, el crecimiento en México sería medio punto porcentual más alto que si el precio fuese de 84 dólares por barril.
Esto puede parecer contradictorio, pero se debe a que los menores precios reducen los costos energéticos para las empresas, impulsando su actividad y levantando el crecimiento económico. En esto debe tomarse en cuenta que casi el 75 por ciento de las exportaciones mexicanas son manufacturas.