La sorpresiva noticia de la renuncia del Papa Benedicto XVI captó la atención del mundo debido a la influencia que tiene la Iglesia Católica.
Pero mientras la Santa Sede busca ser un ícono de moralidad y paz, tanto el manejo de sus finanzas públicas como las del Instituto para las Obras de Religión (IOR), mejor conocido como el Banco del Vaticano, están muy lejos del cielo.
El Estado de la Ciudad del Vaticano es de los gobiernos más pequeños del mundo, con un turismo vibrante e ingresos provenientes de donaciones que superan los 69.7 millones de dólares anuales.
Aún así, las finanzas del Estado Vaticano han presentado un déficit en cuatro de los últimos cinco reportes anuales.
En 2011, el Vaticano presentó un déficit de 15 millones de euros, aproximadamente 256.2 millones de pesos.
Lo más sorprendente es que tal déficit se dio tras una donación de 50 millones de euros por parte del Banco del Vaticano, para solventar sus gastos gubernamentales.
Se culpa tanto a los altos costos de personal y comunicación como condiciones de mercado adversas, especialmente en el mercado de bienes raíces, para explicar tal nivel de pérdida.
Por el otro lado, el Banco del Vaticano historicamente ha sido una de las instituciones financieras de mayor secrecía e impermeabilidad en el mundo.
Solo trabajadores del Vaticano e instituciones católicas tienen el permiso de abrir cuentas privadas en el banco.
El involucramiento en escándalos financieros en las últimas décadas, como detallados reportajes independientes han esclarecido la magnitud de sus inversiones alrededor del mundo.
En 2012, el Departamento de Justicia de Estados Unidos agregó a El Vaticano a la lista de países que considera son vulnerables para el lavado de dinero.
En el mismo año, JP Morgan Chase anunció estar cerrando su cuenta del IOR por su falta de transparencia. Se estima que esa cuenta manejaba por encima de los mil millones de euros anuales.
Inversiones secretas
En enero de 2013, el periódico británico The Guardian publicó un profundo reportaje que provee un poco de luz a las secretas inversiones del Banco del Vaticano.
El reportaje, dirigido por David Leigh, sigue la historia de cómo se ha desarrollado un portofolio de inversiones en bienes raíces alrededor del mundo, que se originó en 1929 de un financiamiento original por el futuro líder de la Italia fascista, Benito Mussolini.
La investigación pudo rastrear cómo la inversión inicial de Mussolini, hecha como agradecimiento por el reconocimiento papal a su régimen fascista, hasta la compra de propiedades comerciales en uno de los distritos más caros de Londres.
De acuerdo con Leigh, el valor actual del fondo de inversiones supera los 500 millones de libras, o sea más de 9.9 mil millones de pesos.
Entre las inversiones se encuentra un edificio en el West End de Londres, donde se establece la joyería Bulgari, y otro complejo en St. James’s Square, ambas valuadas en alrededor de 15 millones de libras. La investigación encontró más propiedades en Inglaterra, Francia y Suiza.
Lo más interesante es el nivel de secrecía que ha mantenido estas inversiones en lo oscuro. Por ejemplo, en el caso de los edificios de Londres, su dueño es una compañía inglesa llamada British Grolux Investments Ltd; la única información accesible al público es que John Varley, el antiguo jefe ejecutivo de Barclays, es uno de sus accionistas.
Al investigar a British Grolux Investments, se encontró que su control lo ejerce una empresa que usa la dirección de JP Morgan Chase en Nueva York.
Tras mayor análisis, se sabe que la dirección de tal empresa es manejada por Profima SA, una compañía suiza manejada directamente por el IOR.
Mientras que las inversiones del Banco del Vaticano son sorprendentes por su magnitud, lo que es notoriamente destacable es lo complejo de su esquema de inversión para mantener una privacidad prácticamente perfecta.
Finanzas inmorales
En el poco tiempo que se mantuvo el Papa Benedicto XVI a la cabeza de la Iglesia Católica, se vivieron los años de mayor tumulto financiero desde el escándalo con el Banco Ambrosiano a principio de la década de los 80.
En 2009, autoridades de la Unidad de Inteligencia Financiera del Banco de Italia iniciaron una investigación por lavado de dinero de alrededor de 218 millones de dólares, conectando a UniCredit y al Banco del Vaticano.
Tras el escándalo, el expresidente del IOR, Ettore Gotti Tedeschi, fue removido de su puesto por directivos del banco por haber fallado en su trabajo, y se efectuó un escándalo financiero por la supuesta falta de moral en los negocios de la Santa Sede.
Con esta crisis interna, aquél que sea consagrado como el siguiente Papa tendrá que analizar seriamente el manejo de las finanzas del Vaticano para alejar los demonios de ellas.