Si algo ha quedado claro en el transcurso de las campañas presidenciales de Estados Unidos, es que México ocupa un rol central en la vida económica estadounidense.
La migración de trabajadores indocumentados y el traslado de la producción manufacturera de
Estados Unidos al sur de la frontera han dominado la agenda de los dos candidatos punteros en la elección presidencial.
Tanto Hillary Clinton, abanderada demócrata, como Donald Trump, candidato republicano, han prometido que revisarán el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) para privilegiar el empleo bien remunerado en Estados Unidos. Asimismo, Trump propone construir un muro a lo largo de la frontera con México y deportar a todos los migrantes indocumentados.
Estas propuestas soslayan una realidad innegable: las economías avanzadas enfrentan un periodo de estancamiento crónico que se explica en gran medida por el cambio tecnológico y una nueva estructura demográfica. Estados Unidos no es la excepción a la regla del “estancamiento secular”, concepto acuñado por el ex secretario del Tesoro Larry Summers.
El Fondo Monetario Internacional espera que la economía estadounidense crezca 2.2 por ciento este año. No obstante, Robert Barro, profesor de Economía de la Universidad de Harvard, argumenta que una baja en la productividad es responsable de que el país no haya crecido al doble durante los primeros años de la recuperación posterior a la crisis de 2008.
Si a esta coyuntura se le añade una tendencia de envejecimiento en la fuerza laboral, el escenario económico de Estados Unidos se torna gris. Ambas condiciones, de corte estructural, tardarían hasta décadas en revertirse.
Sin embargo, existe un factor que contrarresta una de estas tendencias: el bono demográfico de los latinos. Mientras que la fuerza laboral de los trabajadores no hispanos se ha mantenido constante desde el 2008, la participación de los latinos en el crecimiento del empleo en Estados Unidos ha sido significativo.
Conor Sen, administrador de inversiones en el fondo New River Investments, señala que de los 13.6 millones de empleos creados desde diciembre del 2009, los hispanos son responsables del 43 por ciento de este crecimiento en el nivel de empleo.
Esto se ha traducido en nuevos patrones de consumo. Morgan Stanley estima que los hispanos tendrán un impacto superior en el gasto de consumo que el grupo de los millennials.
Packaged Facts, una firma de investigación de mercados, reporta que, entre el 2012 y el 2015, los hispanos fueron responsables del 40 por ciento del crecimiento en el gasto de consumo en computadoras y teléfonos en Estados Unidos. De igual forma, a este grupo se le atribuye una cuarta parte del crecimiento en el gasto de consumo en autos y camionetas nuevas en el mismo periodo.
Al sur de la frontera
El bono demográfico de los latinos no es el único paliativo para la economía estadounidense. En un momento en el que la caída de la productividad es citada por los economistas como la principal amenaza para el crecimiento, el traslado de la producción manufacturera a México emerge como una ventana de oportunidad.
Conforme la economía estadounidense se ha orientado hacia el sector terciario, actividades de bajos márgenes con un valor agregado relativamente limitado, como la producción de autos compactos, han encontrado una salida en las ventajas que ofrece el TLCAN.
Los bajos costos laborales, la consistente oferta de empleo, la cercanía geográfica y las sinergias de las cadenas de valor son consideraciones que explican decisiones como la de Ford, que recientemente anunció que movería su producción de autos compactos de Michigan a México.
El consenso de analistas coincide en que la competitividad del sector automotriz en México contrasta con los altos costos laborales y la reducida oferta laboral de estados como Michigan.
Basándose en proyecciones de la firma de consultoría IHS, la Industria Nacional de Autopartes espera que México produzca el 28 por ciento de los vehículos ligeros de América del Norte para 2025.
En un artículo para el portal Bloomberg View, Conor Sen es tajante en su descripción de la dependencia económica entre México y Estados Unidos:
“El futuro de la economía estadounidense probablemente estará hecha en México”, dice.
El mito de la migración
Ejecutar la propuesta de Donald Trump de construir un muro a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos podría resultar contraproducente para los objetivos de política pública del candidato republicano. A los inmigrantes mexicanos se les impediría regresar a casa.
El centro de investigación Pew Research Center revela que el número de inmigrantes
indocumentados mexicanos viviendo en Estados Unidos se ha reducido de manera significativa en los últimos años. Esto quiere decir que hay más mexicanos regresando a su país de origen que aquellos que intentan cruzar hacia Estados Unidos.
En el 2007, había 6.9 millones de inmigrantes mexicanos viviendo en Estados Unidos sin autorización oficial. La cifra se redujo a 5.8 millones en el 2014.
Por otra parte, la promesa de Trump de triplicar a los oficiales de la Patrulla Fronteriza opera en sentido contrario a las recientes tendencias de migración. Datos oficiales señalan que la detención de migrantes mexicanos en la frontera se encuentran en su menor nivel desde 1969, de acuerdo a lo reportado para el último año fiscal.