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Los problemas económicos -incluyendo la inflación más alta del mundo, con una tasa anual de 60 por ciento, y una escasez que ha desaparecido hasta un tercio de los productos de la canasta básica- van de mal en peor en Venezuela.
Esto a pesar de que el país se ha mantenido como uno de los 10 mayores exportadores de petróleo del mundo en un periodo, abarcando del 2009 a la fecha, en que los precios internacionales de crudo han aumentado más de 57 por ciento.
Ahora, el gobierno del presidente Nicolás Maduro debe tomar una decisión.
Si quiere evitar caer en un incumplimiento de pagos y continuar recibiendo financiamiento, tendrá que pagar más de 7 mil millones de dólares (mmdd) a sus tenedores de bonos durante el mes de octubre.
Por otro lado, si quiere solucionar la crisis que su población vive debido a la escasez de productos, que van desde alimentos y medicinas hasta partes automotrices, el gobierno también tendrá que pagar los más de 21 mmdd que debe a importadores de diversos sectores.
Hasta ahora, entre el default y la escasez, el gobierno venezolano ha elegido pagar sin falla sus obligaciones financieras y ha caído en incumplimiento con sus proveedores, muchos de los cuales han suspendido sus servicios.
Los economistas venezolanos Ricardo Hausmann y Miguel Ángel Santos condenaron recientemente esta decisión, en una nota de opinión publicada en Project Syndicate, diciendo que el gobierno ha “decidido incumplirle a los 30 millones de venezolanos para pagarle religiosamente a Wall Street”.
Sin embargo, es posible que el gobierno venezolano pronto sea incapaz de continuar por el mismo camino.
El semanario The Economist reporta que aunque las autoridades insisten tener los medios y la voluntad para continuar pagando su deuda externa, y aunque pocos observadores prevén seriamente que el país caiga en un default, la situación se ve más precaria que antes.
Riesgos de default
A pesar de las afirmaciones oficiales respecto a la deuda externa, la evaluadora crediticia Standard & Poor’s (S&P) redujo su calificación de la deuda venezolana la semana pasada.
En su reporte, S&P indicó que Venezuela es “vulnerable y dependiente de condiciones financieras, económicas y de negocios favorables para lograr cumplir con sus obligaciones financieras”.
Contribuyendo a este clima de incertidumbre, The New York Times reporta que el gobierno buscará vender CITGO, filial estadounidense de la paraestatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).
La venta de CITGO podría aportar hasta 15 mmdd a las arcas del gobierno.
Esto daría una muy necesaria inyección de liquidez a las reservas internacionales del país, las cuales han visto una caída de aproximadamente 9 mil millones de dólares del 2013 a la fecha, y que se componen principalmente por reservas de oro y de activos difíciles de convertir en efectivo.
Esto difícilmente sorprende al considerar que las exportaciones petroleras de Venezuela, que representan más del 97 por ciento de sus ingresos extranjeros, han caído 45 por ciento desde 1997 por la falta de inversión en el sector.
Por si fuera poco, los expertos han señalado que el complicado sistema de tipo de cambio utilizado por el gobierno ha sobrevaluado al bolívar frente al dólar, lo cual ha implicado una pérdida aún mayor de ingresos públicos.
Caos para el consumidor
Quienes más han sufrido los efectos de las políticas económicas venezolanas han sido sus ciudadanos, que han tenido que lidiar no sólo con la falta de productos, también con aumentos desmedidos de precios.
A pesar de los controles establecidos por el gobierno, las políticas expansionarias de su banco central han sido un factor contribuyente en el aumento de su tasa de inflación, la cual es la más alta del mundo y rebasa anualmente el 60 por ciento.
Esto ha golpeado particularmente a los alimentos, cuyos precios se han duplicado en el último año, según los reportes oficiales.
Sin embargo, a pesar de que los expertos apuntan a sus políticas y a su mal manejo de las empresas paraestatales, el gobierno venezolano ha asignado la culpa de estos problemas a la “guerra económica” que le ha sido impuesta por sus enemigos, además del comercio de contrabando y el mercado negro que continúan operando dentro de su territorio.
Mientras tanto, sin nada que indique un cambio significativo de curso para el gobierno de Nicolás Maduro, los pronósticos apuntan a más de lo mismo en Venezuela