Uno de los principales debates económicos actuales gira en torno a la desigualdad. La brecha de ingresos entre ricos y pobres está en su más grande nivel de la historia y cada día son más los analistas que opinan sobre la polémica.
No todos los sectores de la población son afectados igual por la desigualdad. Los datos parecen indicar que las mujeres de escasos recursos son las que sufren más con esta problemática.
En comparación con sus contrapartes masculinas, las mujeres tienen más posibilidades de acabar con un trabajo que pague salario mínimo.
De acuerdo con un artículo publicado en The New York Times, también existe una mayor probabilidad de que las mujeres terminen cuidando de una familia por su cuenta.
Esto complica el panorama, ya que los trabajos que cuentan con peores prestaciones para la maternidad son los que pagan el salario mínimo.
Esto significa que no cuentan, por ejemplo, con un cuidado adecuado durante el embarazo u horarios flexibles que faciliten la crianza de los niños.
El Gobierno de Estados Unidos indica que entre 1996 y el 2011 se han duplicado las familias más pobres, es decir, aquellas que viven con menos de 2 dólares por persona al día.
Sin embargo, cuando se trata de familias que tienen como núcleo una madre soltera, el incremento es de tres veces más durante el mismo periodo.
En México, el Inegi informa que el 25 por ciento de los hogares están a cargo de una mujer, ya que dependen principalmente de sus ingresos para subsistir.
Desventaja femenina
A pesar de que la desigualdad de ingresos ha tomado los reflectores de la opinión pública, el problema importante, y urgente por resolver, es la pobreza.
Bajo este rubro las mujeres también se llevan la peor parte. El Washington Post reporta que la mayoría de las personas pobres en Estados Unidos son mujeres y la mayoría de éstas se encuentra trabajando.
Más que un asunto de desigualdad, otros apuntan que el problema continúa siendo la discriminación.
La empresa de servicios financieros Wells Fargo indica que, en promedio, las mujeres ganan el equivalente al 73 por ciento del sueldo de los hombres.
Estas cifras no sólo toman en cuenta a las personas de bajos recursos, por lo que significan un problema estructural donde las mujeres no son tratadas igual que los hombres en el ámbito laboral.