Escasez selectiva
En Venezuela, “hay dos mundos”, dice Francisco Ghersi, director gerente de la administradora de activos venezolana Knossos Asset Management, en entrevista con Bloomberg. Está “el mundo de los tenedores de bonos y el mundo de lo que está pasando en Venezuela”, asegura Ghersi.
La descripción hace referencia a que el gobierno venezolano ha mantenido asiduidad en los pagos de miles de millones de dólares sobre su deuda, a pesar de que su país vive desde hace meses una crisis económica y humanitaria sin precedentes.
En Venezuela, “hay dos mundos”, dice Francisco Ghersi, director gerente de la administradora de activos venezolana Knossos Asset Management, en entrevista con Bloomberg. Está “el mundo de los tenedores de bonos y el mundo de lo que está pasando en Venezuela”, asegura Ghersi.
La descripción hace referencia a que el gobierno venezolano ha mantenido asiduidad en los pagos de miles de millones de dólares sobre su deuda, a pesar de que su país vive desde hace meses una crisis económica y humanitaria sin precedentes.
Los precios del petróleo han caído más de 50 por ciento desde hace dos años, pasando de un nivel de encima de 100 dólares por barril a uno que apenas rasca los 50 dólares por barril.
Esto ha significado una catástrofe para Venezuela, ya que la venta de crudo representa alrededor del 80 por ciento de las exportaciones venezolanas, la mitad de los ingresos de su gobierno, un tercio de su producto interno bruto (PIB), y una de las únicas fuentes de divisas extranjeras.
El resultado ha sido una profunda contracción económica, combinada con la tasa de inflación más alta del mundo y una escasez de productos básicos como alimentos y medicinas.
Gracias al colapso en las exportaciones y a los estrictos controles cambiarios que han estrangulado su industria doméstica, Venezuela ha tenido que agotar otras herramientas para evitar caer en el incumplimiento de pagos.
El problema, como describe Ricardo Hausmann, exministro de Planeación de Venezuela y profesor de economía en la Universidad de Harvard, es que el gobierno venezolano está tomando la decisión moral de atender su deuda por encima del bienestar de su población.
Compromiso dañino
Entre 2006 y 2012, sus años de bonanza petrolera, Venezuela multiplicó por seis el monto de su deuda pública, utilizando este dinero para impulsar un boom de consumo y gasto público basado en la importación.
The Brookings Institution, un think-tank estadounidense, reporta que el año pasado, con tal de evitar caer en el default, el gobierno venezolano recortó las importaciones en 40 por ciento, vendió sus activos en el extranjero (reservas líquidas, una refinería, y créditos comerciales petroleros) a un descuento significativo, y retiró el 80 por ciento de sus reservas en el FMI.
Es por esto que Venezuela no ha caído en el incumplimiento de pagos, a pesar de que su déficit fiscal rebasa el 20 por ciento de su PIB y que su prima de riesgo pasó de 150 puntos en 2006 a más de 2 mil 800 puntos base actualmente. De hecho, los bonos venezolanos son los activos de países emergentes que más pagan a los inversionistas, con un rendimiento en dólares de 26 por ciento.
“Es uno de los países más miserables, mal administrados y desesperanzados del planeta. Pero eso no quiere decir que no puedas ganar dinero (invirtiendo en él)”, dijo Jan Dehn, director de investigación en Ashmore Group, en entrevista con Bloomberg. De hecho, los tenedores que han permanecido en Venezuela desde que el expresidente Hugo Chávez llegó al poder hace 17 años han logrado un rendimiento de 517 por ciento.
Para Hausmann, la decisión del gobierno del presidente Nicolás Maduro de mantener esta disciplina deudora ante la crisis que vive el país es “un crimen contra la humanidad”, un fenómeno que “rebasa la creencia”.
Venezuela la miserable
El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que en 2015 el PIB venezolano declinó 5.7 por ciento, y prevé que este año la recesión será aún peor y que persistirá hasta por lo menos el 2017.
La tasa de desempleo es de 17 por ciento, y subirá a 21 por ciento el próximo año. Mientras tanto, su tasa de inflación fue de 122 por ciento en 2015, y se prevé que en 2016 y 2017 ésta sea de 481 y mil 642 por ciento, respectivamente.
A pesar de todo esto, en mayo el presidente Maduro reveló que su gobierno pagó un total de 36 mil millones de dólares a sus acreedores durante los 20 meses previos. Y en la segunda mitad del año el pago de la deuda externa tendrá que ser de 5.8 mil millones de dólares – casi la mitad de los 12 mil millones de dólares en reservas de divisas extranjeras en manos del gobierno.
“Es bastante sorprendente que hayan decidido dar servicio a la deuda a toda costa. Pero creo que el compromiso (del gobierno) es bastante fuerte”, dijo Risa Grais-Targow, analista en la consultora Eurasia Group, en entrevista con Bloomberg.
Mientras tanto, Hausmann y otros expertos continúan criticando el inflexible compromiso de Maduro, señalando que todos los otros países que han caído en el default en lo que va del siglo XXI lo han hecho mucho antes de que su situación económica se deteriore tanto como la de Venezuela. El único caso comparable es uno que no debe dar ningún aliento a Maduro: Zimbabwe, en el 2000 y en el 2006.