Estados Unidos: cero tolerancia
En el 2012, HSBC recibió una multa de mil 900 millones de dólares por supuesto lavado de dinero para los cárteles de la droga de México. En ese momento significó la sanción más onerosa jamás impuesta a alguna institución financiera.
Los verdugos fueron las autoridades de Estados Unidos, cuya política de regulación bancaria se endureció después de este suceso.
Lanny Breuer, asistente del procurador general de Estados Unidos, dijo que los narcotraficantes depositaban cientos de miles de dólares diariamente en cuentas de HSBC.
Rodrigo CarbajalEn el 2012, HSBC recibió una multa de mil 900 millones de dólares por supuesto lavado de dinero para los cárteles de la droga de México. En ese momento significó la sanción más onerosa jamás impuesta a alguna institución financiera.
Los verdugos fueron las autoridades de Estados Unidos, cuya política de regulación bancaria se endureció después de este suceso.
Lanny Breuer, asistente del procurador general de Estados Unidos, dijo que los narcotraficantes depositaban cientos de miles de dólares diariamente en cuentas de HSBC.
Breuer criticó particularmente la falta de control en la subsidiaria mexicana de HSBC al señalar la laxitud de su equipo de auditoría interna.
No obstante, la multa marcó un antes y un después para la actividad bancaria mexicana. La sanción fue vista como un mensaje de que las autoridades estadounidenses tendrían cero tolerancia en relación a procedimientos de control débiles o auditorías fallidas de los bancos globales que hicieran negocios con México.
De acuerdo a la organización Global Financial Integrity, en el 2012 el país “exportó” cerca de 60 mil millones de dólares de flujos ilegales de capital.
Inmediatamente, las instituciones financieras asociaron a México como un riesgo innecesario y lo etiquetaron como un destino peligroso para hacer negocios.
El diario Financial Times reporta que un banquero mexicano de alto nivel dijo que el caso de HSBC contribuyó a generar un sentido de paranoia. Esto se tradujo en una minimización brutal del riesgo para evadir sanciones.
Lo anterior implicó que bancos estadounidenses dejaran de hacer negocios con entidades mexicanas con las que tenían décadas de relación: “Para los bancos estadounidenses cualquier operación con bancos mexicanos es como carne cruda para un tiburón. Los reguladores siempre van a ir tras ella”.
Grandes bancos globales redujeron su abanico de servicios en el país e incluso desinvirtieron y cerraron unidades de negocio en México.
El costo potencial de una multa multimillonaria desincentivó el ofrecimiento de ciertos servicios que poseen bajos márgenes de utilidad.
Los bancos estadounidenses dejaron de cambiarle dólares por pesos a los bancos mexicanos, actividad vital para que éstos puedan pagar préstamos y realizar transacciones financieras elementales.
Sin embargo, la falta de dólares es un problema que aqueja en mayor medida a bancos nacionales pequeños como Banco Azteca y Monex. Los grandes grupos financieros; Banamex, Bancomer y Santander México, tienen accesos a dólares de sus unidades matriz en Estados Unidos y España.
Los banqueros mexicanos se quejan de la excesiva regulación y de las restricciones a las que se enfrentan para obtener dólares para sus transacciones del día a día. Argumentan que la presión regulatoria de Estados Unidos no es efectiva ya que en vez de desincentivar las actividades ilegales, las traslada hacia la informalidad, fuera del radar.