¿A dónde vas, Trump?
¿Hacia dónde se dirige la política económica de Estados Unidos, particularmente en materia comercial? Ésa es la pregunta crucial para el futuro económico de México. Es también la pregunta que se ha hecho la comunidad internacional de cara al ascenso de Donald Trump, el presidente de Estados Unidos que ayer cumplió su segundo mes de mandato.
Rodrigo Carbajal
¿Hacia dónde se dirige la política económica de Estados Unidos, particularmente en materia comercial? Ésa es la pregunta crucial para el futuro económico de México. Es también la pregunta que se ha hecho la comunidad internacional de cara al ascenso de Donald Trump, el presidente de Estados Unidos que ayer cumplió su segundo mes de mandato.
La reunión de ministros de finanzas y banqueros centrales del G-20 que tuvo lugar este fin de semana en Baden Baden, Alemania parecía ser el foro ideal para descifrar cuáles serán las directrices de política económica de Estados Unidos. No lo fue.
La administración de Donald Trump aún no emite un posicionamiento concreto respecto a temas específicos como el rol de la Organización Mundial de Comercio o al establecimiento de una agenda fechada para la renegociación de acuerdos comerciales como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Steven Mnuchin, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, se convirtió en el centro de atención en el evento que reunió a las autoridades económicas de las 20 economías más importantes del planeta. Las delegaciones de China, Alemania y México, países que han sido objeto de críticas explícitas de la administración de Trump, buscaron señales que pudieran ofrecer claridad sobre la batalla interna que se dirime al interior del gabinete económico de la Casa Blanca.
Ambigüedad estadounidense
La prensa internacional ha reportado ampliamente sobre la división que existe entre el grupo de los “nacionalistas económicos” y el grupo de los “globalistas”, cuya influencia sobre el presidente Trump ha enviado señales mixtas a la comunidad internacional.
Esto se volvió patente en la reunión del G-20. Mnuchin, un ex ejecutivo de Goldman Sachs asociado al ala menos ideológica de la Casa Blanca, mantuvo un tono amigable y conciliador con sus homólogos, de acuerdo a reportes de prensa que citan a personas cercanas a las conversaciones privadas del secretario del Tesoro.
Sin embargo, este tono contrasta con el planteamiento del comunicado que publicó el G-20, en el que se eliminó la parte que invitaba a todas las naciones participantes a “resistir todas las formas de proteccionismo”. Esta frase fue incluida en el comunicado que emitió el G-20 el año pasado, una señal de que hay un cambio de discurso en una organización que ha hecho de la defensa del libre comercio una de sus principales banderas.
De manera oficial, Mnuchin únicamente habló de forma pública una sola vez en el foro del G-20, donde se limitó a pronunciar un discurso previamente preparado. Por lo tanto, no hay registro de que Estados Unidos haya presionado por cambiar el lenguaje del comunicado emitido por el grupo.
No obstante, el consenso de analistas refiere que este cambio de discurso es inusual y se contrapone a la agenda que, de manera retórica, han promovido públicamente los gobiernos de México, Alemania y China.
El secretario del Tesoro dijo que era injusto esperar a que Estados Unidos cuente con posiciones claras en todos los temas de política económica a estas alturas del gobierno. Actualmente, Mnuchin es el único funcionario de alto perfil en el Departamento del Tesoro que ha sido confirmado por el Senado.
La ausencia de una narrativa económica clara en la administración de Trump es fuente de incertidumbre para los principales socios comerciales de Estados Unidos. Ésta es la principal razón, argumentan analistas, por la que las expectativas de crecimiento que el sector privado tiene de la economía mexicana para 2017 han pasado de 3.22 por ciento en junio de 2016 a 1.49 por ciento en febrero de 2017.
Preocupación alemana
México no es el único país preocupado por este nivel de incertidumbre. Wolfgang Schaeuble, el ministro de Finanzas de Alemania, dijo que después de varios intentos fallidos, bilaterales y multilaterales, las conversaciones con Estados Unidos llegaron a un “impasse”.
La reunión del G-20 se desarrolló en forma paralela a una tensa reunión entre el presidente Trump y la canciller de Alemania Angela Merkel. El mandatario estadounidense aseguró que pelearía por un tratado comercial más justo con Alemania, con el fin de “equilibrar la relación”. Merkel aclaró que Alemania y Estados Unidos no tienen un acuerdo comercial y que la facultad para realizar estas negociaciones reside en la burocracia de la Unión Europea, no en Alemania.
Esto ofrece una idea de porqué los ministros de Finanzas fueron acomodaticios con Mnuchin, un hombre de credenciales tecnocráticas que es referido como una figura altamente pragmática.
Domenico Lombardi, un ex funcionario del Fondo Monetario Internacional (FMI), argumenta que para los gobiernos del G-20 es preferible negociar con Mnuchin, un hombre bien entendido del funcionamiento de la economía y el comercio, que con Donald Trump.
Luis Videgaray, el secretario de Relaciones Exteriores, parece entender este punto. Su agenda revela que mantiene una relación cercana con los miembros del gabinete de Trump alienados al ala “globalista”: Gary Cohn, director del Consejo Económico Nacional (ex presidente de Goldman Sachs), y Jared Kushner, asesor y yerno del presidente Trump.
El bajo perfil que mantuvo Mnuchin en la reunión del G-20, patente en la condición ambigua del comunicado emitido, ofrecen flexibilidad para que la administración de Trump pueda proyectar sus lineamientos de política económica con mayor libertad.
En junio se llevará a cabo la reunión de los jefes de Estado del G-20. Se espera que para entonces avance la disputa ideológica al interior de la Casa Blanca. Hasta el momento, según un reporte del diario Financial Times, el presidente Trump ha encontrado más favorables las posturas de los asesores Stephen Bannon, Stephen Miller y Peter Navarro, director del Consejo Nacional de Comercio. Los tres personajes están asociados con el ala del “nacionalismo económico”, un grupo que ha descrito el status quo del orden económico actual como inaceptable.