Laberinto político
La reforma fiscal que la administración de Donald Trump pretende enviar al Congreso representa uno de los factores de mayor disrupción para el balance de riesgos que realizan las autoridades económicas de México.
“México se vuelve cada vez menos pesimista respecto a Donald Trump”, publicó la semana The Economist; donde describe los eventos recientes que han llevado al país y al peso mexicano a asumir una postura menos visceral sobre la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Indigo Staff
La reforma fiscal que la administración de Donald Trump pretende enviar al Congreso representa uno de los factores de mayor disrupción para el balance de riesgos que realizan las autoridades económicas de México.
“México se vuelve cada vez menos pesimista respecto a Donald Trump”, publicó la semana The Economist; donde describe los eventos recientes que han llevado al país y al peso mexicano a asumir una postura menos visceral sobre la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Sin embargo, el sumario del artículo emite una advertencia clave: “Esto no quiere decir que el país se pueda relajar”.
Ildefonso Guajardo, secretario de Economía y uno de los dos miembros del gabinete que llevan las riendas de la negociación de la relación bilateral con Estados Unidos, está consciente de ello.
En una entrevista televisiva para la agencia Bloomberg, Guajardo reconoció que la potencial implementación de un impuesto de ajuste fronterizo es de tal gravedad que México impugnaría esta medida ante la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Además, el secretario de Economía dejó claro que el enfoque de la reforma fiscal estadounidense afectaría directamente la competitividad del marco fiscal mexicano para atraer inversión extranjera directa.
BAT muerto
Un sector significativo del Partido Republicano ha expresado la intención de promover un recorte de impuestos corporativos y personales a gran escala. Dado que la medida ampliaría el déficit presupuestario, Paul Ryan, el vocero de la cámara baja, propone implementar un impuesto de ajuste fronterizo para neutralizar este efecto.
Para algunos analistas, el impuesto de ajuste fronterizo (BAT, por sus siglas en inglés) está muerto antes de llegar porque no tiene la suficiente aceptación, incluso entre los republicanos, y además que violaría las reglas de la OMC.
No obstante, este objetivo de política económica enfrenta fuertes obstáculos dentro y fuera del Congreso.
Los republicanos deben elegir entre aprobar la reducción de impuestos y abultar la deuda pública, lo cual no sería bien recibido por los mercados. También podrían optar por una reforma más modesta.
La idea de bajar la tasa del gravamen a las corporaciones es difícil de lograr, los republicanos tendrían que ampliar la base impositiva obligando a sectores entero como el farmacéutico y de tecnología, que pagan poco en impuestos a empezar a pagar más.
Además, para lograr una tasa menor al 30 por ciento para las empresas, los republicanos tendrían que imponer un impuesto mínimo grande a las ganancias extranjeras de estas compañías.
Por otro lado, los demócratas se han opuesto históricamente al IVA porque es una forma altamente regresiva de impuestos, y aunque podría ser una medida menos regresiva, al excluir alimentos y otros bienes básicos, eso sólo lo haría menos atractivo para los republicanos.
Mientras que la administración del gobierno estadounidense se ocupa de la siguiente iniciativa republicana, es decir la reforma tributaria todavía no está claro lo que quiere ni de quién gestionará el esfuerzo.
Rutas distintas; un objetivo
A continuación se presentan algunos de los enfoques que podría seguir la Casa Blanca para sacar adelante el proyecto fiscal.
Una de las vertientes podría ser un amplio plan de reforma tributaria con enormes recortes en las tasas de impuestos, que sería equilibrado por la eliminación de ventajas fiscales de intereses especiales; además de un extenso proyecto de ley de gastos de infraestructura.
El objetivo de este proyecto sería ganar el apoyo bipartidista en el Congreso.
Otro escenario es un paquete reducido pero todavía considerable hecho a través de un proceso especial de conciliación del presupuesto del Congreso, el cual limitaría el alcance de los cambios en los programas de impuestos y gastos.
Esta ruta no tendría que esperar la cooperación de los demócratas.
También está la alternativa de un importante recorte de impuestos desequilibrado por las medidas de recaudación de ingresos, que incluye ampliar la base.
La implicación del enfoque es evitar las luchas desordenadas entre los grupos de presión, pero podría elevar el déficit fiscal; lo cual podría atraer a ciertos aliados demócratas o bien se lograría sacar adelante mediante la reconciliación.
Existe la opción de limitar los recortes a las tasas del impuesto de las sociedades, lo cual tendría menos impacto en el déficit público, y en donde existe un consenso en base a las propuestas del expresidente, Barack Obama.
Cada una de estas líneas tiene grandes desventajas; pero la más fácil de descartar es ésta última idea, porque los republicanos convencionales como Rob Portman de Ohio, lo perciben como un problema político; por otro lado, a Trump no le gusta construir sobre las ideas de Obama.