Viajero miedoso
Durante toda su vida, evitó viajar, hasta que una serie de enfermedades lo obligaron a mudarse a Francia. Ya en París, en su único intento por salir de la ciudad hacia unas vacaciones en el campo, lo acompañó un séquito de 15 carruajes. Pero al comer en un restaurante común, canceló el viaje por miedo a tener que experimentar con otra comida en el campo.
Nobleza canina
Entre las excentricidades de este peculiar personaje resuenan historias de sus elegantes fiestas con perros. En ellas, Egerton vestía a cientos de caninos invitados especialmente para la ocasión con la ropa más nueva y elegante. El vestuario era parte tan importante que hasta llego a incluir zapatos hechos especialmente para sus pequeños amigos.
Cazador ¿ciego?
En sus últimos años, el noble inglés comenzó a perder visibilidad, por lo que tuvo que dejar brevemente su afición a la cacería. Sin embargo, pronto aprendió a usar su creatividad para continuar con su pasión. En su casa mantenía cientos de palomas y otros pájaros con las alas cortadas para que no pudiesen volar y así fueran más fáciles de “cazar”.
Reloj de zapatos
Siendo la persona creativa que fue, Egerton decidió inventar su propia manera de contar el paso del tiempo. En lugar de apoyarse en un calendario, usó un ingenioso, pero tedioso, sistema. Cada día usaba un zapato diferente, al final, guardaba los usados en fila, y contaba la cantidad de días que pasaron.
Intelectual europeo
Además de amante de animales, Francis también disfrutaba de la vida intelectual. En sus tiempos libres curó una de las colecciones más extensas de manuscritos en todo Europa. También fue un ávido escritor y traductor de obras clásicas, cosa por la cual no es normalmente recordado, pero que benefició a muchos ingleses en su época.