John Maynard Keynes, un economista inglés conocido, entre otras cosas, por sus ingeniosas frases, creó el término de la “Paradoja del Ahorro”.
Describe al problema que surge en la macroeconomía cuando todos los ciudadanos de un país ahorran gran cantidad de sus ingresos.
Si bien es cierto que individualmente es mejor ahorrar que gastar, Keynes argumentó que, para la economía en su totalidad, no es bueno que todos ahorren al mismo tiempo y en grandes cantidades.
Lejos de ser un ejemplo de libro de texto, la paradoja se hace evidente hoy en China, uno de los países con mayor crecimiento en los últimos años pero también menos consumo por hogar como porcentaje de sus ingresos.
Ello ha levantado sospechas de diversos economistas que ven con cautela el crecimiento del gigante asiático, pues se requiere de consumo interno para sostener la fuerte inversión en capital que se ha venido haciendo desde hace años.
El gobierno de China ya ha tomado nota e implementó una serie de cambios regulatorios para hacer más caro el ahorro y más barato el consumo. Por ejemplo, disminuyendo restricciones a importaciones y reduciendo algunas tasas hipotecarias.
El gobierno lo llama un “rebalanceo económico” y está presente en el último plan de cinco años, que sirve de guía para toda la política pública por ese periodo.
El Fondo Monetario Internacional también dedicó un espacio en su revista Desarrollo y Finanzas para hablar sobre el tema.
Bienestar bajo incertidumbre
¿Pero a qué se debe que los chinos prefieran el cochinito a nuevos artículos?
Una razón puede ser la cultura. En general, se ha notado que los países asiáticos se han caracterizado por una tasa de ahorro mayor a sus contrapartes occidentales, inclusive si se controla por ingreso y edad.
Particularmente para China, los problemas que acecharon a su economía previo al crecimiento acelerado de los 80, dejaron con temores a muchos adultos mayores. Para personas de más de 50 años, la tasa de ahorro está por encima del 60 por ciento.
Sin embargo, otra razón, que afecta a los más jóvenes, puede estar en las profundas transformaciones por las que ha pasado su economía en los últimos 20 años.
Un estudio del Fondo Monetario argumenta que una de las razones detrás de los tímidos consumidores chinos es la rápida disminución del estado de bienestar, que previo a la apertura de la economía proveía desde educación hasta salud.
El desmantelamiento de la red de bienestar ha provocado incertidumbre sobre el futuro.
Para financiar la educación de sus hijos, los recién casados ahorran hasta la mitad de sus ingresos, mientras que los adultos mayores ahorran por la incertidumbre asociada a su salud en el futuro.
Estos factores son evidentes por que la tasa de ahorra de los jóvenes de 20 años ronda el cero por ciento, pero se dispara una vez que se casan o enfrentan la necesidad de comprar una casa, para lo que se necesita típicamente 25 por ciento de enganche.
Liberar tasas de interés
Inclusive la rápida adopción de reformas, algo que sería difícil de replicar en un país democrático por la dificultad de encontrar consensos, está alimentando la incertidumbre que sienten los ciudadanos comunes y corrientes.
Y por si fuera poco, los problemas asociados a la deuda en Europa exacerbaron esos temores.
Según datos del Buró de Estadísticas de China, de 2010 a 2011 los hogares depositaron 15 por ciento más en cuentas de ahorro que en el año previo.
Estos datos no significan que los chinos han ahorrado todo lo que han ganado.
De hecho, hoy un chino gasta cuatro veces más que en 1990, pero también gana seis veces más.
Esto significa que como porcentaje de su economía el consumo interno se ha debilitado desde entonces.
Pero cambiar los hábitos de consumo de los chinos no solo beneficia a su economía nacional.
Para algunos especialistas, el bajo consumo y el ahorro excesivo de China es el culpable de algunos males económicos mundiales, como el alto precio del oro o la deuda que enfrenta el gobierno de Estados Unidos.
Entre las recomendaciones que expertos hacen al gobierno Chino están algunas reformas incómodas, como liberar las tasas de interés, para que reflejen los costos y beneficios de ahorrar en términos más cercanos a la realidad.
A pesar de que hay razones prácticas por ahorrar, e inclusive consideraciones culturales, resulta evidente que dado el control estatal sobre las tasas de interés, resulta más caro para la persona común comprar que ahorrar.
La verdadera paradoja es que a medida que este problema cobre importancia y afecte a la economía nacional y global, el Partido Comunista tendrá que aceptar y aplicar las reformas más liberales que ha postergado y que tienden a empoderar más a los individuos, una clara contradicción con su sistema político.