Gina Rinehart: Australiana polémica

— Disputa familiar

En el 2011, Gina fue demandada por sus hijos John Hancock y Bianca Rinehart por el manejo de un fideicomiso. Ellos acusaban que su madre intentó cambiar de mala fe la fecha en la que se beneficiarían del fideicomiso para quedarse con el dinero. Ella afirmó que intentaba protegerlos de disposiciones fiscales; cedió su control sobre el fondo el pasado martes para acabar la pelea.

— Fortuna minera

Tras la muerte de su padre, Gina Rinehart se convirtió en presidenta ejecutiva de Hancock Prospecting Pty Limited y del Grupo HPPL que se concentran en la exploración y acumulación de vastas concesiones mineras, de participación 100 por ciento privada. Rinehart también ha adquirido propiedad en los medios de comunicación a través de Ten Network Holdings y Farifax Media, acusados de ser portavoces de la industria minera.

— Es culpa de los pobres

En un artículo publicado en el 2012, Rinehart dijo que si los pobres querían más dinero, deberían dejar de quejarse y trabajar para solucionar sus problemas, a la vez que se opone a programas de ayuda social. Para que Australia atraiga más inversiones, afirma que debe ser más competitiva y ofrecer mano de obra como la que se consigue en países subdesarrollados, donde no se respetan salarios mínimos ni derechos laborales.

— La mujer más rica

Desde 1992 figura en la lista de las personas más ricas. A partir de los últimos años, coincidiendo irónicamente con la crisis financiera, su fortuna ha aumentado notoriamente. En el 2007 apareció por primera vez en la revista Forbes con una fortuna de 1 mil millones de dólares. Para el 2011 ya tenía 9 mil millones de dólares, y un año después duplicó la cifra a 18 mil millones, lo que le ganó el título de la persona más rica de Australia.

— Rinehart vs. Australia

Mediante un video subido a YouTube el año pasado, Gina hace una comparación entre los africanos y sus connacionales, pues los primeros son un ejemplo de personas que muestran que quieren trabajar porque aceptan salarios de 2 dólares diarios. Como respuesta, Julia Gillar, primer ministro de Australia, declaró que el país no tiene planeado apoyar este tipo de prácticas porque prefiere velar por el bienestar de la población.