El frente de batalla se mantiene abierto. La disputa entre las dos naciones más poderosas del mundo se enfrío cuando la crisis sanitaria golpeó a todo el mundo. Ahora que la normalidad regresa, Estados Unidos y China están dispuestos a retomar la guerra que quedó inconclusa y que ahora incluye, además de la economía, al sector tecnológico.
Aunque esta disputa, que comenzó desde 2018, le ha pasado una factura muy costosa al tío Sam y al dragón chino ninguno parece tener la intención de dar marcha atrás.
El valor de los proyectos de inversión china en Estados Unidos se ubicó en solo 200 millones de dólares en el primer trimestre de este año, en contraste con los 2 mil millones de dólares reportados en el mismo periodo de 2019, de acuerdo con un reporte de la firma Rhodium Group y la organización no gubernamental Comité Nacional de Relaciones Estados Unidos-China (NCUSCR).
Durante los primeros tres meses del 2020 la inversión directa de china en el mercado estadounidense cayó a su nivel más bajo desde la crisis del 2009, al situarse en 5 mil millones de dólares, a causa de que antes del conflicto las empresas de Pekín eran más libres de adquirir contrapartes estadounidenses.
Sandra Montemayor, experta en relaciones internacionales, considera que el mundo no está en las condiciones de absorber los daños colaterales del enfrentamiento entre los gigantes, pero ninguno cederá.
“Estados Unidos y China tienen una obsesión con el poder y sus presidentes buscan el liderazgo mundial y el problema es que dejan de lado que cualquier decisión que tomen repercutirá en el resto de los países, más en una etapa tan crítica por los efectos del Covid-19”, precisa la también especialista en geopolítica.
Conforme las medidas de restricción sanitaria comienzan a relajarse, ambas potencias alistan su nuevo ataque. Hace unos días, el presidente Donald Trump y el Departamento del Trabajo ordenaron a una junta encargada de supervisar recursos federales de jubilación detener los planes de invertir en empresas chinas.
Este anuncio se suma a la fila de ataques que el inquilino de la Casa Blanca realizó durante toda la pandemia al asegurar que China “fabricó” el Covid-19 en un laboratorio, teoría que hasta la fecha no se ha comprobado.
En materia tecnológica el Departamento de Justicia estadounidense acusó al conglomerado de telecomunicaciones Huawei y sus filiales de conspiración para robar secretos comerciales.
La respuesta de China fue contundente: el gobierno está preparando su mayor contraataque por la extensión de un año del bloqueo a la tecnológica, entre los blancos que destacan en el radar del presidente Xi Jinping destacan Apple y Qualcomm.
¿México, ganador de guerra entre Estados Unidos y China?
La disputa entre las naciones más poderosas le permitió a México sacar ventaja y consolidarse como el primer socio comercial de Estados Unidos durante los primeros meses de este año.
Cifras de la Secretaría de Economía (SE) y la Oficina del Censo muestran que entre enero y marzo se logró un incremento en la participación conjunta en los flujos de importaciones y exportaciones.
En el primer trimestre el territorio mexicano fue el destino del 15.2 por ciento de las exportaciones provenientes desde Estados Unidos, mientras que el tío Sam recibió el 15.4 por ciento de las mercancías con sello del águila.
Con la próxima entrada en vigor del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) la región se encamina a afianzar sus flujos comerciales, sobre todo entre el gobierno mexicano y el estadounidense.
Para la experta en relaciones internacionales Sandra Montemayor el tratado dará un alivio a la economía de los tres países, aunque reconoce que esto no será en el corto plazo, por lo que algunos efectos de la disputa entre los gigantes seguirán pesando en México, sin descontar otro factor político.
“México no estará a salvo mientras el presidente Donald Trump encabece la nación más poderosa del mundo y tampoco podemos dejar de lado que este año hay elecciones en Estados Unidos y el republicano puede poner en una posición incómoda a su socio con tal de mantener la confianza de su base de voto duro”.