Mudando la avaricia
● Homer padecía reumatismo, afectándole las articulaciones, el corazón, los pulmones y dejándolo ciego. Langley compró una casa más pequeña para quedarse al cuidado de su hermano. Sus vecinos afirmaban que veían a dos hombres entrar y salir de la casa recopilando libros, muebles, instrumentos musicales, ropa y cualquier tipo de artículo imaginable.
Herencia peligrosa
● Homer y Langley Collyer eran dos hermanos estadounidenses nacidos en 1881 y 1885, respectivamente. Su padre los abandonó y quedaron bajo el cuidado de su madre Susie Gage. Al morir su madre, los hermanos Collyer heredaron todo, incluyendo la casa en la que mucha gente intentaba entrar a robar, tras los rumores de que había objetos de gran valor.
Juntos hasta la muerte
● El 21 de marzo de 1947, la policía recibió una llamada anónima reportando un cadáver en el hogar de los Collyer. El exceso de artículos en la casa obstruía el paso, por lo que la policía comenzó a limpiarla. Encontraron a Homer muerto en la sala. La búsqueda y cacería de Langley comenzó. El 8 de abril, un trabajador que aún limpiaba el inmueble encontró el cadáver de Langley aplastado por una de sus propias trampas cazabobos.
Cuidando su ‘fortuna’
● Dada su preocupación de proteger en su casa todo lo que iban recolectando, Homer y Langley cubrieron con tablas las ventanas y armaron trampas cazabobos en cada puerta y pasillo, para lastimar o matar a los intrusos que intentaran robar algo de su excéntrica fortuna. Tomaban turnos en la noche para hacer rondas, obteniendo así el apodo de “los fantasmas avaros”.
La fortuna guardada
● Su casa contenía 130 toneladas de basura, órganos humanos conservados en frascos, ocho gatos vivos, relojes, 14 pianos, violines, trompetas, acordeones, revistas, armas y municiones, joyas, un piano, la mandíbula de un caballo, una máquina de rayos X y 250 mil libros. El patrimonio acumulado de los hermanos Collyer fue valorado en poco más de 1 millón de dólares.